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Muerte educativa

Lo único seguro al nacer es la muerte. Nos rodea de igual manera que la vida, que el alumbramiento y sin embargo siempre nos sorprende sin estar preparados, como si no fuera lo ordinario porque nunca nos educan para enfrentarla de una manera consciente, pues el miedo al dolor y el sufrimiento nos hace pensar que somos y son nuestros seres amados para siempre.

El dolor de la muerte es el precio caro que se paga al amar profundamente. Nos adoctrinan para que creamos fielmente de acuerdo a una religión en uno u otro posible destino, cuando hoy que se habla de la educación en valores y emociones, uno de los temas a tratar continuamente debería ser el pensamiento diacrítico de la muerte analizada desde diferentes perspectivas filosóficas e incluso religiosas, en lugar de descartarla de todo currículo.

No existen manuales para orientar a niños, jóvenes y adultos cómo manejarse ante la muerte y cuándo se interviene, lo que se hace es actuar por intuición propia tratando de mitigar el dolor, incluso en ocasiones con mentiras.

Si se educara pensando en la caducidad, entonces formaríamos niños, jóvenes y adultos preocupados por vivir intensamente, disfrutar a plenitud tratando de no dejar pendientes experiencias únicas en prioridad, vivir la vida sin remordimientos con los que nos rodean. Preparar para la muerte es vivir en armonía especialmente con los más cercanos, si ofender, sin envidias, sin egoísmos, compartiendo y sirviendo.

Si la muerte genera duelos personales, pleitos internos sinsentido con nuestras propias creencias, procesos de adaptación emocional en solitario, desgarramiento cognitivo y filosófico ante la pérdida, debiera entonces en lugar de ocultarse a los niños y los jóvenes como un tabú, preparárseles para evitar que en un futuro se vean destruidos e incluso contraer enfermedades psiquiátricas posteriores. Se debe enseñar que la muerte del ser querido nos hace humildes y sensibles, agradecidos con lo vivido, lo compartido, lo recibido.

Leonora Carrington, pintora surrealista y escritora inglesa nacionalizada mexicana dijo: “En la vida uno debe hacer lo que le da la gana porque la frase que comienza con -hubiera querido-,  vale para una chingada”.

@Saucedodlallata

JJ/I