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Pierde Johnson la mayoría parlamentaria

DISPUTA. El Parlamento aprobó una moción para obligar a Johnson a pedir a Bruselas otra prórroga de tres meses en la fecha del Brexit. (Foto: AP)

LONDRES. El Parlamento británico no se dejó impresionar ayer con la popularidad de Boris Johnson ni se amilanó ante sus bravuconadas. Una mayoría de 328 diputados, frente a 301, respaldó una moción para debatir un nuevo retraso del Brexit a partir de hoy. El propósito es evitar una salida de la UE sin acuerdo. La rebelión de un puñado de conservadores, a los que Johnson acusó de atar sus manos en Bruselas y amenazó con expulsar del partido, ayudó a sacar adelante la resolución. El primer ministro respondió con un duro desafío y anunció que tiene preparada la propuesta de adelanto de las elecciones generales si Westminster vence hoy el pulso.

Johnson comenzó su intervención por la tarde con la energía y los zarpazos de oso que hacen las delicias de los suyos “lo que propone la oposición es la ley de rendición de Jeremy Corbyn. Supone ondear la bandera blanca ante la UE”, proclamó, pero la terminó entre balbuceos y respuestas esquivas. El flamante primer ministro comprobó la fiereza con la que se revuelve un sistema parlamentario cuando ve amenazadas sus atribuciones.

Finalmente, Westminster aprobó a última hora de ayer una moción para arrebatar al Gobierno su facultad de fijar el orden del día. Y para impulsar a continuación, una resolución legal que obligará a Johnson a pedir a Bruselas otra prórroga de tres meses en la fecha del Brexit.

“Ya basta. El país quiere que todo esto se acabe y que se respete el resultado del referéndum”, clamó Johnson por la tarde. De nuevo insistió, sin aportar nada más que ambiguas declaraciones, en que la UE ha comenzado a mostrar flexibilidad. Aseguró que podía lograr un nuevo acuerdo de salida en el que se anule el llamado backstop, un mecanismo de seguro innegociable para los 27 e inadmisible para los euroescépticos conservadores. Un modo de mantener a Irlanda del Norte en el espacio aduanero comunitario y no romper el mercado interior, defiende Bruselas. Una afrenta a la integridad territorial del Reino Unido, gritan los conservadores británicos más radicales.

Johnson utilizó todas las estratagemas legales y parlamentarias a su alcance para intentar evitar que el Parlamento pudiera imponer un nuevo aplazamiento del Brexit. No dejó de insinuar, sin ninguna evidencia, que estaba a punto de alcanzar un acuerdo con la UE. Forzó a la reina a imponer una suspensión de la actividad parlamentaria de cinco semanas para dejar sin tiempo a sus detractores. Advirtió que expulsará del grupo parlamentario a los diputados conservadores que se sumen a la rebelión. Y finalmente, amenazó con adelantar las elecciones generales para esquivar cualquier decisión del Parlamento en contra de su estrategia.

Y lo único que ha conseguido con este pulso creciente es envalentonar a sus adversarios y reafirmar la convicción de muchos rebeldes conservadores de que deben poner por delante los intereses del país a los de su propio partido.

“Johnson está destrozando nuestra economía, nuestra democracia y nuestro papel en el mundo. Está usando la manipulación política, la intimidación y las mentiras. Y lo está haciendo de un modo deliberado. Ha llegado a actuar con tal temeridad que su estrategia ya ni siquiera es conservadora”, escribió el diputado Phillip Lee para anunciar su decisión de que abandonaba el Partido Conservador y se pasaba a las filas parlamentarias de los liberales demócratas. Fue una granada de mano que le explotó a Johnson en la cara minutos antes de comenzar su intervención parlamentaria, y que le situaba frente a la cruda realidad. Acababa de perder su ínfima mayoría parlamentaria de un diputado. El efecto de la decisión fue más simbólico que real, porque ya eran al menos 15 los conservadores rebeldes que habían anunciado su decisión de votar contra el Gobierno para frenar a Johnson.

“Johnson está destrozando nuestra economía, nuestra democracia y nuestro papel en el mundo. Está usando la manipulación política, la intimidación y las mentiras”

Phillip Lee, diputado británico

JJ/I