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Posdoctorados

A diferencia de lo que muchas personas creen, el posdoctorado no es un grado académico, sino que es una estancia en una universidad o centro para desarrollar un proyecto de investigación o docencia. Por lo general, quienes aprovechan estas oportunidades son investigadores jóvenes, casi siempre recién titulados del doctorado, que aún no tienen trabajo.

Es decir, más que una beca de estudios, el posdoctorado es una especie de contrato de trabajo temporal. Al académico o científico se le paga por la investigación que hace, la cual, a su vez, suma al currículum del investigador.

Uno de los principales financiadores de investigaciones posdoctorales de científicos mexicanos dentro del país y en el extranjero es el Conacyt. También hay otros programas pagados directamente con recursos de las universidades. En días pasados, el principal organismo rector de la política científica volvió a ser noticia por la negativa de otorgar prórrogas a algunos académicos que justamente están realizando estancias posdoctorales en otros países.

Por obvias razones, dicha determinación puso en aprietos a varios científicos. Costearse una estancia en el extranjero es muy difícil, además de que la posible interrupción del posdoctorado complica muchas veces la situación migratoria.

En la cuenta de Twitter @PosgradoConacyt, que dice representar a una comunidad de científicos mexicanos en el extranjero, se expone: “la duración del financiamiento posdoctoral generalmente es de dos años, donde los avances del primer año son evaluados para su renovación a un segundo periodo. La evaluación y aprobación de estos proyectos es realizada por integrantes del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)”.

De acuerdo con sus cifras, menos de 35 por ciento de las solicitudes de renovación fueron aceptadas. La cuenta atribuye la problemática a cambios en la plataforma del Conacyt en la que los científicos suben sus currículums, de manera que cosas tan simples como no poder cargar una identificación oficial fueron motivo para que les negaran la renovación.

Los becarios deben asumir que siempre existió el riesgo de que Conacyt les negase prórrogas, si bien en la pasada administración se venían asignando casi de manera automática. Pero también, el Conacyt debe pagar el costo político de esta falta de continuidad, que lacera la ya de por sí complicada relación del nuevo gobierno con la comunidad científica.

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JJ/I