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La L3 del Tren Ligero y los favoritos de EPN 

A los jaliscienses se les entretuvo con el circo de la tuneladora que, mientras se utilizó en la zona metropolitana para perforar el túnel, se le denominó La Tapatía; se derribaron miles de árboles a lo largo de la obra con daño ambiental no investigado en cuanto a su impacto; resultaron perjudicadas cientos de fincas aledañas a la zona de trabajo, parte de las cuales se inundaron en el temporal; más de mil negocios ubicados a lo largo de los más de 8 kilómetros quebraron o se vinieron abajo sus ventas; el caos vial aumentó en los puntos que cruzan o se hallan aledaños adonde trabajaron las constructoras; a la obra se le detectaron fallas que implicaron reparaciones. Las obras de la Línea 3 del Tren Ligero se convirtieron en un desastre no asumido, ni prevenido ni todavía finalmente solucionado. 

Pero lo narrado fue únicamente parte de lo que a simple vista pudo observarse, lo que por encima alguien declaró, lo que se escuchó o padeció. Otro nivel, lo que está oculto, subterráneo, disperso entre decenas de miles de documentos que muestran las licitaciones, los contratos de obra, los estudios técnicos y financieros, entre muchos otros, una parte lo revisó la Auditoría Superior de la Federación y encontró deficiencias, poca claridad y manipulación en las licitaciones, sin que pasara a más. 

A esa voluminosa información sólo se accede vía solicitudes de información, lo que se halle en sitios de transparencia, lo que entreguen especialistas o incluso lo que se filtre. A la dificultad de conseguirlos sigue revisarlos y, con expertos, aprender a traducirlos para comprender lo que ahí está documentado y darle una explicación, un hilo conductor a las irregularidades. Porque si algo distingue a las obras de la Línea 3 es que son opacas, de casi nula transparencia, sin acceso público al detalle de qué se hacía con el presupuesto público. 

De entre todos los datos visibles, asomaban dos como punta del iceberg de las anomalías: la obra casi se duplicó al pasar de los 17.6 mil millones de pesos a casi 34 mil, en un barril sin fondo; y el retraso en su conclusión se prolongó, mes tras mes, hasta rebasar los dos años, y todavía no se termina. Un sexenio estatal y otro federal dijeron adiós, y la Línea 3 del Tren Ligero quedó como herencia maldita para las siguientes administraciones y ciudadanos 

Un tercer nivel de profundidad, más subterráneo, más difícil de acceder, es el entramado de relaciones y amiguismos políticos, de negocios y posibles corruptelas, de acuerdos tomados en secreto, de vínculos sospechosos, de complicidades o probables sobornos. Es lo más subterráneo de las obras públicas. Meterse ahí es navegar en ese mundo oscuro de las negociaciones entre funcionarios y empresas. Sin embargo, quedan huellas.  

A los tres niveles de investigación se metió el equipo de periodistas (Sonia Serrano, Rubén Martín, Omar García y Christian Rodríguez), de diferentes medios (El Diario NTR Guadalajara, de medios de la Universidad de Guadalajara, en alianza con la plataforma latinoamericana de periodismo Connectas y el apoyo del International Center for Journalists). Y produjeron un excelente trabajo. A través de la lectura del reportaje es posible asomarnos a conocer qué sucedió tras la promesa de ampliar el Tren Ligero, hecha por el entonces candidato presidencial Enrique Peña Nieto, en compañía de Aristóteles Sandoval, al iniciar sus campañas electorales en 2012 en Guadalajara. Para que después, ya en la Presidencia, Peña Nieto diera las obras a sus empresarios y empresas favoritas. 

¿Habrá sanciones? ¿Se dará un informe detallado de qué ocurrió, en aras del derecho a la información? 

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jl/I