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La batalla contra los virus 

El ser humano, con toda su ciencia y tecnología, ha logrado construir defensas impenetrables contra casi cualquier otro ser vivo, excepto un grupo notablemente resistente: los virus. 

No importa qué tan complejo, grande o inteligente sea un organismo… nada puede hacer contra el letalmente simple mecanismo de un virus que secuestra el metabolismo de su huésped para replicarse. 

Pocas escenas mejores para representar esta realidad que la escena del duelo de magia entre Merlín y Madam Mim en la película clásica de Disney La espada en la piedra, en la que el mago y la hechicera se van transformando en distintos animales para tratar de vencerse y cuando parece que Mim ha ganado convirtiéndose en un dragón que escupe fuego, Merlín se convierte en un virus parecido al sarampión y le gana la partida contagiándola. 

Las vacunas han permitido ganar mucho terreno en la batalla contra los virus, reduciendo significativamente los casos de sarampión, paperas, rubeola y polio, y erradicando por completo la viruela; pero hacia muchos de ellos seguimos todavía en desventaja. 

En algunos casos todavía no existe una vacuna viable como el VIH, la hepatitis C, el dengue, el zika o los coronavirus como el SARS; en otros casos, como la influenza, el virus cambia tan rápido que aun diseñando varias versiones de vacuna por año es difícil ponerse al día con las mutaciones. 

La nueva cepa de coronavirus que se originó en diciembre en la ciudad de Wuhan en China nos demuestra una vez más lo vulnerables que somos ante la irrupción de un virus contagioso y mortal. Los datos actualizados reflejan más de 45 mil personas en observación y cerca de 6 mil casos confirmados en 18 países distintos. Sólo en China han muerto ya más de 100 personas. 

La intensa interconexión del mundo hoy hace que un virus como éste se propague rápidamente antes de que los organismos de salud del mundo reaccionen para implementar medidas de contención. Esto se vuelve más complicado cuando países con distintas culturas se tienen que coordinar para controlar la expansión. 

Durante la pandemia del SARS entre 2002 y 2003 que mató a 775 personas (650 en China y Hong Kong), se criticó mucho la lentitud del gobierno chino para compartir información con la Organización Mundial de la Salud y para responder ágilmente con esfuerzos de contención. Algunos analistas atribuyen esta actitud al sistema autocrático chino cuyo éxito depende de hacer creer a la población que todo está siempre bien, controlando la información a los que ésta tiene acceso. 

China aprendió la lección y en esta ocasión no ha tardado en colaborar con la OMS y en poner a 46 millones de personas en 16 ciudades en cuarentena. Se trata de hecho de la cuarentena más grande de la historia. El gigante asiático está aprovechando también su potencia constructiva para levantar un hospital nuevo de mil camas en Wuhan en apenas seis días que se dedicará exclusivamente a atender a pacientes afectados por el coronavirus. 

México, por cierto, ha sido reconocido por la OMS por sus mecanismos de prevención y contención de epidemias. Pasamos también nuestra prueba de fuego en 2009 cuando se originó en nuestro país la nueva cepa de influenza H1N1 o gripe porcina que se estima que contagió a cerca de 20 por ciento de la población mundial y mató a 150 mil personas. 

¿Qué se está haciendo para evitar una gran pandemia como la de gripe española en 1918 que mató a 2 por ciento de la población mundial? 

Vale la pena ver la serie documental que acaba de salir en Netflix titulada Pandemia. En ella se explica que la mayoría de las nuevas cepas de virus se desarrollan en animales como aves, cerdos o murciélagos que en algún punto lo contagian al primer ser humano detonando la epidemia, por lo que hay que estudiar más de cerca los procesos de mutación en estas especies. 

También se habla de esfuerzos de algunos científicos por desarrollar vacunas más eficientes como la vacuna universal contra la influenza que permita inmunizarnos contra todo tipo de variaciones de las enfermedades causadas por esta categoría de virus. 

Esperemos que la ciencia nos permita algún día decir que estamos libres de peligro de cualquier contagio de virus. 

Twitter: @ortegarance

jl/I