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Escena de pandemia

En general, parafraseando a Woody Allen, “odio la realidad, pero es el único sitio donde se puede comer un buen filete”.

Parece que la voz en común en las redes sociales y en los chats es ir tumbando muros. En un país tan polarizado como el nuestro, cada quien va criticando rabiosamente el sentir y pensamiento del próximo virtual. Pero, a la hora de la realidad, todo mundo arde en deseos de volver a la conexión física.

Una de las escenas más comunes de este aislamiento (entre voluntario y obligatorio según el nivel de gobierno al que uno atienda) es la rueda de prensa de las 19 horas para reportar la evolución de la pandemia de Covid-19 en México.

Memes y comentarios de cotilleo ya lo bautizaron como “la novela de las 7”. Pues bien, el protagónico de este culebrón sanitario lo tiene Hugo López-Gatell Ramírez, subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud federal.

López-Gatell es un tipo afable. Su currículum, intachable. Un epidemiólogo y científico de altos vuelos. Entre otras credenciales académicas tiene un posdoctorado en el Departamento de Epidemiología del Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health en Baltimore. Además, es un funcionario de carrera con muchos éxitos, entre ellos, el que veo como más relevante es el diseño y conducción de la reforma al Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica.

Pero acaso su mayor valor político en este momento es su capacidad de comunicación.

Suele ofrecer información médica compleja y argumentarla de manera clara (tarea muy apreciable en estos tiempos oscuros). Le han preguntado una y otra vez casi las mismas cosas y casi siempre contesta con paciencia y amabilidad. Además, suelen anteponer los términos “muy buena pregunta” o “gracias por preguntar eso”, con lo que suele desarmar a los escasos reporteros críticos que acuden a Palacio Nacional.

En más de 50 ruedas de prensa lo he visto exasperado apenas un par de veces. También ha fallado, normal. Recuerdo cuando dijo sobre el presidente que tenía inmunidad moral (previo a la declaración de la Fase 2 y cuando apenas se estaba hablando de aislamiento voluntario, mientras que López Obrador andaba de gira besando chiquillos).

López-Gatell suele tener como invitados a toda clase de funcionarios, especialistas y médicos de diferentes niveles.

Hace unos días, por instrucción presidencial, se presentó la directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Álvarez-Buylla, para informar detalles sobre la inversión en los prototipos de ventiladores para los pacientes que así lo requieran.

También es una científica destacada (ella especializada en ecología evolutiva). En esa escena se aventó un perla que atizó las redes sociales. Señaló que hay desarticulación y dependencia pública en la ciencia en México y abundó en lo que llamó las “características de la ciencia neoliberal que imponen retos muy grandes al país frente a una epidemia”.

Esa simple línea eclipsó sus llamados a favor de la ciencia.

Alejandro Saldaña Rosas escribió para el sitio Rompevientos: “¿Es absurdo hablar de ciencia neoliberal? Por supuesto, a la teoría del complejo activado, a la ecología de poblaciones o a la ciencia de los materiales les tiene sin cuidado la orientación política o ideológica de los y las investigadores”.

La ciencia suele ser un conjunto de conocimientos objetivos y verificables, se sustenta en la replicabilidad de datos, la evaluación de pares y la utilización de una metodología para la sistematización de los resultados.

En la realidad, calificar de neoliberal o cualquier otro signo ideológico a la ciencia representa una perspectiva totalitaria que preocupa demasiado.

jl/i