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Gobierno de desaciertos

La esperanza de México se está convirtiendo en el gobierno de la desesperanza, evidenciado por una serie de desatinos, descuidos y ridiculeces. La anunciada 4T se está quedando corta por la toma de decisiones gubernamentales precipitadas y desafortunadas. En más de una ocasión algunos funcionarios de la 4T han tomado medidas políticas o administrativas que se han visto en la necesidad de desandar o rectificar, muchas veces sancionadas por mismo jefe del Ejecutivo. 

Pudiera argumentarse para justificarlos que dichos traspiés se deben a la falta de experiencia de los tomadores de decisiones, aunque pareciera que, después de dedicarse por años a protestar por todo lo hicieran o no los gobiernos pasados, sus nuevos encargos han mostrado que la diferencia entra exigir que alguien cumpla sus obligaciones es muy diferente cuando se ven abrumados con el compromiso de desempeñar lo que antes se reclamaba. 

Sin embargo, cada día se cometen más yerros y se toman decisiones desafortunadas que hacen pensar que la profesionalización de la política no es la divisa del actual gobierno federal, en su intento por instaurar un nuevo régimen político que trascienda en la historia contemporánea de México. Aunque, claro, su desventura se ha visto amplificada por la aparición de la pandemia, algo que estaba fuera de sus cálculos políticos y económicos. 

Vale la pena considerar al menos los más reciente dislates, sin olvidar los más lejanos, como la emisión de una fe de errata por parte de la Secretaría de Educación Pública a la iniciativa presentada por el grupo de Morena en la Cámara de Diputados que eliminaba la autonomía universitaria, debido a “un error en la captura” (¿torpeza intencional?); o la incapacidad para reducir los índices de violencia a lo largo y ancho de la República. 

En los últimos días se han visto en la necesidad de dar marcha atrás a otras decisiones o han dado muestras de sus torpezas en algunas iniciativas polémicas: la intención de desaparecer varios fideicomisos con lo que afectarían a artistas, deportistas y científicos que dependen de ellos para dar continuidad a proyectos indispensables y creativos. Tuvieron que intervenir cineastas internacionales como Del Toro, González Iñárritu y Cuarón para evitar la desaparición del Fondo de Inversión y Estímulos al Cine. 

La publicación de la Secretaría de Energía del Acuerdo en torno a las energías renovables provocó que funcionarios de la embajada de Canadá y de países europeos advirtieran de los peligros para la inversión extranjera (6 mil 400 millones de dólares). En principio, dicho acuerdo obligó a la renuncia de César Hernández Ochoa, titular de la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer); y que un juez concediera a 20 empresas una suspensión provisional contra dicho decreto. 

La pifia con la publicación en el Diario Oficial de la Federación de una “consulta pública para el establecimiento de una norma mexicana para organizaciones electorales”, emitida por la Secretaría de Economía, que debió salir a reconocer que “respeta íntegramente el sistema electoral previsto en la Constitución”. 

Este espacio no da para más, pero hay que tener en mente la fallida campaña “Cuenta hasta diez”; el affaire Notimex con Sanjuana Martínez; el Semáforo Epidemiológico Nacional; las becas del Cide; la solicitud de Conacyt del apoyo económico de investigadores por la pandemia; la compra de ventiladores al hijo de Bartlett, y un largo etcétera. 

Tal parece que la 4T se está viendo soterrada por reiterados fiascos en su accionar y parece que no da pie con bola. 

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jl/I