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Candelarias bailan a la madre tierra

FUERZA. En esta tradición, que data de más de un siglo, participan mujeres y a los únicos hombres a los que se les tiene permitido participar es a los músicos que las acompañan con sus melodías. (Foto: Cortesía EFE)

Un centenar de mujeres ataviadas con su traje de zoque y sombreros de charros de diferentes colores bailan por tres días seguidos en Chiapas para conmemorar el Día de la Candelaria al ritmo del tambor y flauta de carrizo.

En esta tradición, que data de más de un siglo, participan mujeres de todas las edades y a los únicos hombres a los que se les tiene permitido participar en el ritual es a los músicos que acompañan con sus melodías los pasos de las candelarias, como se conoce a las participantes.

La danza únicamente se puede observar el 2 de febrero de cada año, la cual es nombrada por los nativos Yomoetzé, que significa el baile de las mujeres en lengua zoque.

Los zoques son uno de los pueblos originales más antiguos que habitan en Chiapas. 

Según los pobladores, la tradicional danza de la Candelaria en San Fernando tuvo origen en 1893, cuando un grupo de mujeres danzó como agradecimiento a la virgen María Inmaculada de Candelaria por tener sanos a los bebés.

Este grupo se presentaba frente a la virgen para dar las gracias por la buena salud que mantuvieron sus hijos en el año.

Actualmente, la creencia es que con el zapateado de las mujeres despiertan a la madre tierra para que comience la germinación de las semillas para las buenas cosechas.

La ropa de las primeras candelarias era la vestimenta tradicional de las mujeres zoques, la cual consistía en un huipil (camisa sin mangas) blanco con una tira negra bordada y velo de encaje, falda de telar cuyos hilos se mandaban a traer desde Guatemala, pies descalzos o huaraches y un sombrero llamado de cuatro pedradas, hecho de palma.

Posteriormente se introdujo la nagüilla (un tipo de falda) a cuadros y colores, diadema de listones con los siete colores del arcoíris, collares, pañuelos a la cintura y el peculiar sombrero charro, el cual reemplazó gradualmente al de cuatro pedradas. 

Esta tradición se transmite de generación a generación, como en el caso de Liliana Pérez Ortiz, puntera (organizadora de las danzantes) quien asegura que portar un sombrero y una nagüa es trascender espiritualmente.

A esta festividad llegan visitantes locales y de otros municipios como Rosa Trejo quien aseguró estar “muy orgullosa” de sus “costumbres y de las mujeres lindas” de su pueblo.

jl/I