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Lázaro Cárdenas, un bosque y la seda


Lázaro Cárdenas pensó en un bosque y sembró árboles. También en rebozos y consiguió huevos para producir seda. Ahora, ambos sueños se mantienen como una realidad y conviven en un proyecto que sostiene viva la tradición de un pueblo dedicado a la confección de coloridos rebozos y bisutería.

Los gusanos se reproducen en una de las habitaciones de la Casita de Piedra, una finca ubicada en el bosque Cuauhtémoc, en el municipio de Jiquilpan, Michoacán. Es una zona arbolada de uso público que fue proyectada por el ex presidente Lázaro Cárdenas en tierras propiedad de su familia.

Este bosque es un “ejemplo del empeño de un hombre en llevar a la práctica la lección aprendida desde niño, de la tenacidad, de reconstituir la capacidad productiva y benéfica del suelo aparentemente agotado; demuestra la existencia de raíces muy hondas en la tierra, la identidad con esa tierra difícil de trabajarse, pero que responde pródigamente al esfuerzo por mejorarla y hacerla dar frutos”, es “el optimismo de quien hace el bien”, señala el texto pegado en uno de los muros, redactado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, refiriéndose al proyecto de forestación de su padre.

El ingreso a la finca tiene una buganvilia, sembrada y cuidada por Juan Rodríguez, director de La Casita de Piedra, quien también se encarga de relatar a los visitantes el proceso que se sigue para la producción de seda.


Huevos de gusano. En este lugar se tienen tanto provenientes de México como de Colombia.

En la primera habitación Juan tiene todo el material para contar la historia de la seda. Primero, muestra una hoja de papel llena de pequeños puntos agrupados en círculos. Son los huevos que darán origen a los gusanos (Bombyx mori). El siguiente paso está una charola llena de hojas de morera, una planta comestible de verde intenso, el único alimento que ingieren; ahí, los insectos son apenas una pequeña línea blanca de poco más de un centímetro de largo.

Entre dos charolas llenas de hojas y gusanos hay una pequeña caja con la leyenda “gusanos huachicoleros”. ¿Por qué están separados?, se le pregunta. Juan ríe y cuenta su anécdota. Al regreso de un viaje a Colombia decidió trasladar gusanos en un sobre en la bolsa de su saco, con el riesgo de ser sorprendido por las autoridades. Corrió con suerte, incluso cuando el semáforo de la aduana marcó rojo. No detectaron los pequeños bichos que se han seguido reproduciendo. Sin embargo, en un cambio de charolas hubo un grupo que quedó fuera y, al no saber si son colombianos o de Jiquilpan, prefirió separarlos “porque no sabemos su origen”.

Las charolas se limpian casi a diario, pues durante el periodo larvario el gusano muda cinco veces de piel, hasta convertirse en un insecto de alrededor de 7 centímetros. Juan Rodríguez relata esta etapa mostrando lo que fue un frasco transparente de café, en el que ahora hay varios ejemplares conservados en una sustancia líquida.


Principio. Los capullos yacen en cajas de madera, separados entre sí, mientras se desarrollan.

Al llegar a la edad adulta, los gusanos tardarán unos cuatro días en tejer el capullo. Antes que el proceso de metamorfosis concluya, la mayoría son sacrificadas para que el hilo de seda sea continuo. Otras nacen y serán las encargadas de la reproducción para repetir el ciclo.

Así llegó el momento de pasar a la siguiente habitación, donde una enorme pintura de Emiliano Zapata ocupa el muro principal de la oficina. “El cuadro era del general Cárdenas”, asegura Juan Rodríguez, para luego conducir al patio, donde telares de diferentes tipos muestran rebozos a medio tejer.

Sobrevivencia del proyecto

“Una vez había tenido entre los dedos un velo tejido con hilo de seda japonés. Era como tener entre los dedos la nada”, así describió este textil el escritor italiano Alessandro Baricco en su novela Seda. La suavidad es lo que la distingue de otros tejidos, lo que también se ve reflejado en su precio. Un rebozo de seda tiene costos directos de los productores de entre 4 mil y 10 mil pesos, según las dificultades para teñir los colores y el diseño. En las tiendas puede duplicarse o triplicarse, al menos.

Juan Rodríguez aprendió a producir seda en la huasteca potosina, la región donde nació y vive su familia. “Los mejores gusanos son los chinos”, asegura y recuerda que en ese país se mantuvo el secreto de la producción durante siglos. En México, cuenta, se produce en diferentes lugares, aunque son Oaxaca y Michoacán los que tienen una mayor tradición en el proceso de los textiles.


Al frente. Juan Rodríguez es el director de La Casita de Piedra, y quien se encarga de relatar a los visitantes todo lo relacionado con los gusanos y la seda.

“El general Lázaro Cárdenas del Río, quien impulsó el establecimiento de semilleros, viveros y plantaciones de morera, distribuyó huevecillos de gusano de seda, creando así mismo centros de acopio para la compra de los capullos productivos”, cuenta la historia sobre el comienzo del proyecto en Jiquilpan.

Recientemente, el trabajo que se realiza en La Casita de Piedra fue seleccionado por el programa Latinoamérica y el Caribe Proyecto Seda, cuyo objetivo es financiar la sericultura sustentable, enfocada principalmente a impulsarla como una actividad económica que ayude a la reducción de la pobreza.

Para Juan Rodríguez, los apoyos que se reciban son importantes para mantener el proyecto pensado por Lázaro Cárdenas. Incluso, consideró que lo ideal es que La Casita de Piedra fuera autónoma y no dependiera de la voluntad de cada presidente municipal, pues cada trienio queda en la incertidumbre.

Para saber

Jiquilpan se ubica a unos 110 kilómetros de Guadalajara

EH/I