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Bolivia, un escenario de prueba democrática 

Los meses de septiembre y octubre han sido intensos en la dimensión política que ha tenido el continente americano en procesos que, podrían parecer similares, pero que guardan diferencias muy profundas y que no se pueden evaluar de la misma forma. 

Las protestas de Chile y Ecuador tienen raíces diferentes, aunque el signo visible es la expresión en las calles de agudas protestas. En el caso de Argentina y Uruguay, no se trata de protestas, sino de adhesiones a las diferentes propuestas políticas de representación. 

El caso de Argentina se ha resuelto a partir de las dos vueltas electorales que dieron por resultado ganador a Alberto Fernández, del Partido Justicialista (PJ) y candidato por la coalición Frente de Todos, con la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner como compañera de fórmula, quienes obtuvieron la victoria sobre el actual presidente Mauricio Macri, del partido Propuesta Republicana (PRO), apoyado por la alianza Juntos por el Cambio. Aquí, en términos de manifestaciones populares se encuentra también la del festejo por la liberación de Luis Inácio Lula da Silva, aunque también hubo importantes manifestaciones en su contra. 

El péndulo ideológico, como se puede ver, ha girado en diferentes sentidos que evidencian un escenario complejo de las líneas ideológicas de representación política en Latinoamérica. 

La renuncia expresada por el presidente Evo Morales en Bolivia ha constituido un tema de la más alta importancia en términos de su significado en estos tiempos de alta efervescencia política continental. 

La renuncia viene como un elemento que no se esperaba, aunque la velocidad de la participación de actores políticos bolivianos, incluidas las fuerzas armadas, dieron lugar a la precipitación de eventos, entre los cuales, la renuncia, constituye el elemento central para su análisis y observación. 

Uno de los temas que más han circulado, incluyendo al propio presidente Evo Morales, es que se concretó un golpe de Estado, en la medida en que las fuerzas armadas solicitaban la renuncia del presidente para el restablecimiento de los equilibrios y orden en el país andino. 

La velocidad de los eventos relacionados con la intensificación de protestas emanadas del desaseo del proceso electoral del 20 de octubre, en que se suspendió el conteo de los votos y que, en su reanudación, súbitamente se definía una diferencia de más de 10 por ciento que no se había consumado antes de la caída de la votación y que, producto de esa diferencia, se zanjaba la realización de la segunda vuelta dando la victoria para un cuarto mandato al presidente Evo Morales, desató una zona intensa y prolongada de protestas contra el proceso electoral y contra el presidente, por su intromisión en la elección. 

De momento no se ha recibido la solicitud formal por parte del presidente de su renuncia al cargo, así como tampoco la del vicepresidente que, siguiendo la formalidad jurídica constitucional, no hay una renuncia, sino hasta el momento que ésta se formalice. Por otra parte, no se ha definido, hasta este momento, una estructura de transición y no se ha nombrado, como en otras épocas de la historia de Latinoamérica, una junta militar. 

El desarrollo de los eventos pone una importante y compleja prueba para Latinoamérica en la medida en que, los vacíos de liderazgo, plantean un escenario de gobiernos personalizados y no institucionales, razones por las que la resolución de los conflictos, como el de Bolivia, plantea la necesidad del fortalecimiento de diseños institucionales de mayor fortaleza en lugar de la concentración personal de los liderazgos. 

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