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El segundo semestre, viendo por el retrovisor

La segunda mitad del año ha dado inicio, el proceso electoral terminó, pero los problemas de estructura y organización de las políticas públicas que hemos tenido desde 2018 siguen vigentes. La economía no ha logrado recuperar los niveles anteriores de 2018, el interés debilitado de inversionistas para atraer inversión privada internacional no logra establecerse, y la crisis sanitaria que generó la pandemia, en la que de acuerdo con las confusas señales gubernamentales no se sabe con certeza si tienen algún esquema de contención adecuado, porque el cambiante humor del semáforo de la pandemia, no termina por definir pasos firmes y consolidados; por otra parte, la seguridad en el país, definitivamente, no ha tenido ningún tipo de avance palpable, salvo la intangibilidad discursiva que menciona el éxito sobre este peligroso y delicado asunto. 

Un elemento relacionado con la inversión internacional en nuestro país tiene que ver más con el piso que ofrece el TMEC y los proyectos asociados a ese pacto que a las cambiantes políticas de proyección de la economía en nuestro país. Hay una diferenciación importante entre la inversión internacional y la inversión nacional. Los dos niveles tienen ritmos distintos y proyecciones temporales diferentes. En tanto que existe una campaña de denostación contra los inversionistas locales desde el gobierno, por otra parte, se les reclama la timidez de inversión en nuestro país. El techo que ofrece el TMEC y, desde luego, los proyectos que vienen asociados entre los tres países, independientemente del humor gubernamental local, ofrece una perspectiva más de largo plazo sobre líneas particulares de inversión en nuestro país que, más que un proyecto en nuestro país, como ya se dijo, se trata de una proyección sobre un tratado internacional. 

La economía mexicana, en términos generales, como en el resto del mundo, sufrió una crisis y un estancamiento durante 2020. Sin embargo, no dejaron de fluir recursos para los programas sociales que iban en paralelo con el afianzamiento de una línea política que se identifica con un partido. Los escasos incentivos para la economía de proyectos que no fuesen los de este sexenio, aeropuerto internacional Felipe Ángeles, refinería Dos Bocas y el tren maya, contaron con muy escaso apoyo y con gran vilipendio gubernamental. 

De la crisis sanitaria, que no solamente se operó con el errático y confuso manejo gubernamental de la pandemia, ahora resurgen temas como el desabasto médico generalizado, producto de decisiones con mayor contenido ideológico que de estructura profesional y técnica, tiene al sector con grandes y poderosas carencias que solamente se han resuelto de manera discursiva, pero sin medicamentos en las estanterías de los centros de salud. La gravedad de este manejo se traduce en pésima calidad de vida de quienes padecen graves enfermedades, como los niños con cáncer, a quienes se les acusa de estar dentro de una estrategia orquestada, de alcance latinoamericano y de intenciones golpistas. 

La seguridad en el país fue una materia de la que jamás pudo esbozar el más mínimo proyecto el ahora gobernador electo por Sonora. La percepción de seguridad, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, 66.4 por ciento de la población de 18 años y más considera que vivir en su ciudad es inseguro. Los municipios con mayor proporción de población que siente inseguridad fueron Fresnillo, Ecatepec de Morelos, Cuernavaca, Gustavo A. Madero, Uruapan y Guadalajara. 

El segundo semestre comienza, los problemas seguirán presentes en la dinámica del país, pero el primero de agosto se llevará a cabo la consulta popular, a la que se convoca a todo el país. El ejercicio de las políticas públicas sigue avanzando, pero viendo solamente por el retrovisor. 

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jl/I