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Saldos de un fiscal incómodo

Es difícil encontrar algo positivo en el legado del fiscal saliente de Jalisco, Gerardo Octavio Solís Gómez. Dice que su salud palidece y por eso abandona el barco de la procuración de la justicia, ese que se hunde inexorablemente. 

Gerardo Octavio lleva más de 20 años en cargos policiales y políticos con el PAN, el PRI y Movimiento Ciudadano. Es, lo que es más, uno de los funcionarios más longevos en puestos de esa envergadura: fiscal, procurador, secretario y hasta gobernador interino. 

Bajo su guardia alfarista se presentaron hechos garrafales, toneladas de impunidad e incremento en los niveles de inseguridad de los delitos que más duelen: feminicidios, asesinatos y desapariciones. 

La sociedad reclamó su separación desde el halconazo del 5 de junio de 2020, la escena más crítica de su administración. En ese momento, el propio gobernador afirmó que la Fiscalía se encontraba “infiltrada por el crimen organizado”. Nada, ni lo que hicieron ni lo que dejaron de hacer, pudo superar ese estigma. 

El martes las redes se incendiaron por el anuncio de su renuncia. Pedí la opinión del respetable respecto a las flaquezas de Solís Gómez en la actual administración. Enlisto las principales: su indolencia, el homicidio disque resuelto de Aristóteles, el feminicidio afuera de Casa Jalisco, las fosas clandestinas, el caso de los tres hermanos que sacaron de su casa y asesinaron, los cientos de mujeres asesinadas, la masacre en La Jauja, la falta de rendición de cuentas, el maquillaje de las estadísticas de inseguridad (por ejemplo, sólo hay un puñado diario de fichas para atender el robo de autos y eso impide que suban las denuncias). 

Alguien recordó y con razón que la crisis forense es culpa de la Fiscalía porque ellos son los responsables legales de los cuerpos y no el Instituto de Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF). Absolutamente cierto. 

No deja buenas cuentas. Jalisco es el estado con la mayor cantidad de desapariciones a nivel nacional, con casi 15 mil. Miles de cuerpos y partes sin identificar en el Semefo. 

En un comparativo de enero a noviembre de 2018 (fecha previa a que tomó el cargo) había un promedio mensual de 228 homicidios. El 2021 cerró ligeramente arriba con 228.5. Todo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. 

Se duplicaron los feminicidios (2.5 contra 5.6). Los secuestros pasaron de 1.3 al mes a 1.5. 

Se dispararon los delitos contra la libertad y la seguridad sexual: de 256.4 mensuales a 372.1 (incluyen abuso, acoso y hostigamiento sexual, violación simple y equiparada e incesto, entre otros). 

También aumentaron los indicadores en delitos contra la familia, que pasaron de 881.4 en promedio a mil 128. Aquí se incluye la violencia familiar y de género. 

Cada una de esas faltas representa una víctima en medio de una terrible impunidad: según Arturo Villarreal Palos, investigador del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) de la UdeG existe 98.3 por ciento de los delitos que no se castigan. Por no hablar de la cifra negra, aquellos miles y miles que no se denuncian por diversas razones. 

A todas luces es un fiscal incómodo por sus resultados. 

Todo parece indicar, a falta de formalismos legales, que el siguiente fiscal de Jalisco será Luis Joaquín Méndez Ruiz, quien es el fiscal ejecutivo de Investigación Criminal (responsable de armar las carpetas de investigación de los delitos de alto impacto, unos de los grandes retos que tiene la dependencia). Aparte tiene una enorme cercanía –inclusive personal– con Solís Gómez. 

El camino parece indicar que Méndez Ruiz fungirá como una continuación a la dolorosa etapa de Gerardo Octavio Solís Gómez, el fiscal más incómodo de Jalisco. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I