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El periodismo necesario

Susana Carreño es de esas periodistas que prefieren estar del lado de la gente y en la calle. En sus reportes desde Puerto Vallarta, los temas sobre medio ambiente, la voracidad inmobiliaria en la costa norte del estado, la violencia y las afectaciones de los fenómenos naturales en los municipios de la zona son los más comunes. 

Desde el viernes, todos nos preguntamos si alguno de estos temas fue la causa del ataque que la mantiene grave, aunque al parecer fuera de peligro, en un hospital. El móvil del robo, que las autoridades se apresuraron a afirmar apenas unas horas después del ataque, se fue desdibujando con la misma rapidez. 

Como pocos jefes de medios, Susana nunca ha dejado de ser reportera y su trabajo no se ha limitado a Puerto Vallarta, sino también hacia otros municipios que enfrentan problemas serios de inseguridad y devastación, como Cabo Corrientes, Mascota y Tomatlán. 

La violencia generalizada en Jalisco y en el país se acentúa en algunos lugares, donde la delincuencia organizada tomó prácticamente el control del territorio. Reporteros de municipios fuera de la zona metropolitana, especialmente en las regiones Costa Norte y Sierra de Amula, han confirmado que la investigación de temas relacionados con la inseguridad y la violencia se ha quedado de lado y que por seguridad han optado por mirar hacia otra parte. Son lugares más pequeños, los ubican fácilmente y ahí están sus familias. 

El ataque a Susana Carreño podría ser un parteaguas para el periodismo en las regiones, donde si bien había habido amenazas a periodistas, no se había concretado un atentado de estas características. El efecto inmediato se ha sentido porque el temor de los últimos años de otros colegas se materializó en ese atentado. 

Y la consecuencia será para la gente que ha encontrado en el periodismo el último reducto para sus denuncias, ante autoridades federales que no actúan, estatales que niegan la violencia e inseguridad que azotan a Jalisco y municipales que están completamente rebasadas o han tenido que convertirse en cómplices. 

Cuando se atenta contra un periodista, los derechos atacados de manera directa son a la libertad de expresión y de información, pero también de manera indirecta a todos aquellos que eran materia del trabajo periodístico, como el derecho a un medio ambiente sano, a la propiedad, al libre tránsito, a la integridad y a la dignidad, por mencionar solo algunos. 

La lista de temas que ha cubierto Susana Carreño son la prueba más clara. La recuerdo, por ejemplo, en un Tomatlán severamente afectado por un huracán, mientras el resto de los medios de comunicación daba cuenta que en la zona turística de Puerto Vallarta no hubo daños graves, en notas sobre despojos de tierras para nuevas urbanizaciones en el puerto, sin contar los daños de fenómenos naturales ante el irregular desarrollo urbano en la playa, en torno al río Cuale o al estero El Salado. 

El trabajo de los periodistas y de Susana en esa zona es necesario, por lo que además del dolor que causa en el gremio la grave agresión que sufrió, podemos preocuparnos por todos los ciudadanos que quedarán descobijados mientras se recupera. Esto, sin contar que seguramente por cuestiones de salud y de seguridad, la vida periodística de Susana sufrirá cambios drásticos. 

Una investigación real sobre el ataque, que parta de su trabajo como periodista es indispensable. No podemos permitir que las autoridades cierren el caso con conclusiones simplistas, como tampoco podemos admitir que lo hagan con las personas desaparecidas, con quienes son asesinadas y con el poder paralelo del crimen organizado asentándose en nuestro estado. 

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