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Rompiendo
Ley Telecom
Cuando el padre de la guionista de cine Silvia Pasternac contestó una llamada telefónica hace más de dos décadas para recibir noticias sobre el pasado familiar nadie pensó en el inicio de una novela, fue hasta la pandemia que la escritora argentina sí imaginó a ‘Manci’, este libro debut con el que también levantó un espejo sobre el siglo XX que refleja el ahora.
Con ese telefonazo “me enteré de la existencia de Manci”, afirma la autora argentina en entrevista con EFE.
Y es que la protagonista de la obra es su tía abuela Margara, una mujer judía que sobrevivió a las atrocidades de la Primera y Segunda Guerra Mundial en Transilvania, un territorio “botín” entre Hungría y Rumanía que de 1840 a 1990 ejerció todas las posibles formas de gobierno, entre ellas la del régimen dictatorial de Nicolae Ceaușescu.
Ante el tempestuoso pasado, Pasternac confiesa que al narrar la vida de los personajes, muchos de estos representados por mujeres de la época, “sí pintaba al siglo XX como lo peor que nos podría haber pasado hasta ahora”.
Sin embargo, aclara, “cuando lo escribía pensaba que el siglo XX no se iba a repetir, que no se iban a repetir las dictaduras, que no se iban a repetir los imbéciles en el poder, y vaya ingenuidad la mía”, expresa la literata nacida en Argentina y criada en México, un intercambio territorial que se explica por el exilio de su familia en 1976.
“Entonces es como si, sin querer, hubiera levantado un espejo y estuviera reflejando algo de ahorita, pero no lo hice pensando en el hoy, lo hice pensando en Manci”, agrega.
Para pensar en Manci, la creadora tuvo que “amasar” su propia genealogía, una que desconocía porque ni su padre (el psicoanalista Marcelo Pasternac) ni su madre querían hacerlo.
“Creo que a los que nacieron entre los (años) 30 y los 40 no les interesa mirar al pasado por lo traumático y empobrecedor que llegó a ser”, reflexiona.
Pasternac sí miró al pasado, y entre la ficción y la realidad se dejó cautivar por Manci, quien a pesar de haber nacido en una época, país y religión opresivos para la mujer, tuvo la audacia de romper las reglas para sobrevivir e incluso decidir.
“Fue completamente libre, decidió no tener hijos, decidió que quería vivir cómoda, decidió cambiar de religión. Tomó decisiones todo el tiempo a lo largo de toda su vida (...) Y yo creo que deberíamos ser celosos de nuestra vida, como lo hacía ella”, detalla.
Manci no es precisamente un modelo a seguir porque “tuvo que ser indiferente a muchas cosas para poder sobrevivir y eso la hizo antipática a su entorno”, pero, continua, “si el individualismo tiene una ventaja es que la vida de cada uno de nosotros vale, en el grupo a veces se pierde la vida de cada uno”.
Fue el propio temperamento de su tía abuela paterna, lo que despertó el interés de la también ganadora del Ariel en 2019 a contar su historia, porque en el cine “un guión es débil si el personaje principal no toma sus propias decisiones, no descubre las cosas por sí mismo porque no hay drama”.
Y es que cuando Pasternac escribe literatura no abandona su perfil de guionista, ella misma admite que “no sabe escribir de otra manera”. De hecho, cuenta que la primera forma que tomó esta novela fue de escaleta.
“Yo planeé la novela de inicio a fin y a medida que la iba planeado iba delirando un poquito (...) O sea yo siempre empiezo el final, después sé cuál es la mitad y, posteriormente, ya sé cómo empiezo. Así reconozco el arco parabólico de lo que tiene que hacer un personaje en una película”, complementa.
El cine está tan presente en Silvia Pasternac que parece ya haber rodado este primer texto en su mente, al explicar que no lo imagina como una película, sino como una miniserie de siete capítulos en la que le encantaría participar como guionista.
GR