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Mirelle González vive entre la disciplina y la pasión

DEDICADA. La investigadora pasa muchas horas en su trabajo, pero eso no impide que conviva con sus hijos. (Foto: Especial)

MÉXICO, DF. Mirelle Vanessa González Covarrubias es una joven científica que se considera afortunada por haber encontrado una pasión profesional y la constancia para seguirla desde una etapa temprana de su vida.

La investigadora en Ciencias Médicas del Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) afirmó que elegir profesión es una decisión vital como para tomarse tan temprano, pues la madurez y claridad llegan, en la mayoría de los casos, después de la elección, y no es posible echar marcha atrás. “Cuando entré a la carrera los profesores nos decían: 'Uno se puede divorciar de la persona que eligió como compañero de vida, pero de la carrera no'”.

Sin embargo, los padres de la investigadora influyeron en su motivación de acercarse a la ciencia: “La educación siempre ha sido un elemento primordial en casa; mi madre buscó inculcarnos la verdad a través de libros, conocimiento, aunque haya sido difícil y hayamos tenido problemas en la escuela”, aseguró la experta en farmacogenómica.

González Covarrubias, doctora en Ciencias Farmacéuticas por la Universidad de Búfalo, en Nueva York, con posdoctorado en Metabolómica por la Universidad de Leiden, en Países Bajos, recuerda que el área de la salud, la alquimia, los medicamentos y fórmulas eran para ella algo mágico y misterioso, y conforme fue avanzando en su carrera profesional, diferentes personas han afectado de forma positiva su trayectoria en la ciencia.

Motivaciones

“Me considero una persona sumamente afortunada”, dijo Vanessa González, y comentó: “(Es) un trabajo maravilloso, amo lo que hago, pero también tengo la gran suerte de tener una familia excelente: mis padres, hermanos y mi familia nuclear, mi esposo, que siempre ha apoyado mi carrera, y mis dos chiquitos, que si bien agotan mi energía, día a día ellos son quienes la renuevan. Mi hija, a pesar de que está chiquita, puede decir la palabra farmacogenómica desde que tiene tres años. Cuando hay actividades en la escuela, en las que uno como papá participa, ella está feliz de ver a su mamá y cuenta sobre la célula, el ADN, algo de ciencia, entonces eso trae mucho orgullo y al mismo tiempo mucha responsabilidad, es una cuestión que a mí me motiva todos los días”.

El tiempo no alcanza con dos niños, expresó Vanessa González, por ello todos los días sale de su casa a las 7 horas, deja a sus hijos en la escuela y al cuarto para las ocho inicia sus actividades en el laboratorio. “Procuro ser sumamente eficiente con mi tiempo para poder dedicarle un ratito en la tarde noche a mis pequeñitos”.

González Covarrubias es consciente de que sin la ayuda de una guardería y una escuela, y sin el apoyo de su esposo, que también es investigador, pero cuyo objetivo primario de todos los días es dedicar tiempo de calidad a sus hijos, “la coordinación logística como pareja sería imposible”.

Barreras superadas

“No se puede tener todo al mismo tiempo, pero sí todo en diferentes etapas de la vida”, advirtió para después relatar cómo enfrentó las diferencias culturales y de idioma cuando estudió fuera de México.

Fue un doctorado sumamente intenso, recordó: "Desde aprender a tomar clase de matemáticas en inglés. Uno puede leer un artículo, entenderlo, formular una hipótesis, expresar resultados y discutir al respecto, pero trabajar modelos matemáticos en otro idioma es algo que toma tiempo, que cuesta trabajo”.

Sin embargo, González Covarrubias recomendó ampliamente que si alguien tiene la posibilidad y la pasión, realice un estudio de posgrado fuera del país, pues, pese a que es una experiencia difícil y desafiante, se vuelve enriquecedora y valiosa. “Todas esas variables me han moldeado a ser quien soy”.

Recordó que Europa representó para ella un reto más importante, culturalmente hablando, que los Estados Unidos. “Tal vez por la cercanía somos más semejantes, vemos marcas similares, el entorno cambia, pero no es tan drástico como cuando uno cruza el 'charco', la cultura europea es muy diferente”.

La académica, actualmente miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), señaló que una de las barreras que enfrentó en el pasado fue aprender a enamorarse del proyecto de cada mentor durante su formación profesional; sin embargo, ahora que tiene la libertad de diseñar su propio proyecto de investigación, los obstáculos cambian: “Tengo que dar a entender mis objetivos como investigadora, que otros los comprendan porque necesito colaboradores, hacerles entender que es un objetivo compartido, que no es mío, porque el día de mañana este conocimiento nos va a impactar a todos de forma positiva”.

Admiración por sus maestros

“Los científicos venimos de todos colores, como todo el mundo, no hay regla: hay quienes tienen muchísima suerte, otros una gran formación y no tanta suerte, desde estudiantes hasta profesionistas. Yo te puedo platicar de las personas que admiro, las características que veo en ellos y que me inspiran”, indicó Mirelle Vanessa González.

Cuando González Covarrubias cursó la maestría, su asesora en el laboratorio de biofarmacia la impactó. "Es una persona disciplinada, positiva y que busca la forma de decirle que sí a un estudiante, a una tesis, a un proyecto adicional, a una asociación química, etcétera. Su agenda es atareada, pero siempre busca hacerlo; esa cuestión de que va a alcanzar el tiempo para todo se la admiro mucho”.

Durante el doctorado, la investigadora encontró otro modelo a seguir: su mentor, disciplinado, con una pasión y estructura científica marcadas, según lo recuerda. “Él decía: `Yo escribo los lunes y miércoles de 10 a una´, y su puerta estaba cerrada, él escribía lloviera o no lloviera, nevara, porque allá nevaba, eran seis meses de invierno, y él —argentino— odiaba el frío, pero era una persona muy disciplinada, con objetivos claros: llegaba al laboratorio con un fólder y se iba sin él, terminaba sus pendientes y no se los llevaba a casa".

“(Es) un trabajo maravilloso, amo lo que hago, pero también tengo la gran suerte de tener una familia excelente”
Mirelle Vanessa González, científica

 

EH/I