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Lo que no se habla de los incendios forestales

En esta temporada crítica de incendios forestales es frecuente escuchar que las autoridades, sobre todo las municipales o propiamente del sector ambiental, minimizan los alcances de un siniestro con frases como “sólo fue hojarasca”, “se atendió muy rápido y está bajo control”, o “la mayoría de los incendios tiene un impacto superficial”, principalmente cuando se les cuestiona la acelerada forma en que Jalisco escala a nivel nacional en superficie afectada por fuego en bosques.

Este tipo de jerarquización suele atender al daño que generó un incendio en la vegetación, es decir, si las llamas alcanzaron principalmente especies herbáceas, las más pequeñas, se considera que es menor; si perjudicó a arbustos entonces puede tratarse de daño medio, pero si afectó árboles y en particular su copa, entonces ya se cataloga como un siniestro de gravedad.

Según la Comisión Nacional Forestal en su último informe al 2 de mayo, en Jalisco 75 por ciento de los incendios ha presentado daños en el estrato herbáceo, 20 por ciento ascendió al arbustivo y sólo 3.5 por ciento al arbolado adulto; el resto dañó zonas con arbolado joven.

Bajo este esquema es que los funcionarios suelen comunicar los impactos de un incendio y es como se maneja a nivel nacional; sin embargo, incluso en los incendios que se comenta que sólo afectó hojarasca se está dejando de lado una afectación casi invisible pero importante para la dinámica alimenticia de un bosque: los insectos y microorganismos a nivel de suelo.

Los insectos constituyen un estrato básico en la cadena alimenticia en un bosque. En La Primavera, por ejemplo, gran cantidad de insectos y arácnidos no sólo viven en el suelo sino que terminan su desarrollo, su metamorfosis de juveniles a adultos, bajo el suelo, ese que minimizan cuando es afectado con el fuego.

Para dimensionar la importancia de este grupo animal, según la tesis de licenciatura de quien hoy es el secretario de Medio Ambiente estatal, Sergio Graf Montero, la mayor parte de la dieta de los coyotes que habitan en La Primavera no son pequeños mamíferos, sino insectos conocidos como ortópteros, es decir, variedad de chapulines y grillos que, aunque no se ven a simple vista por su camuflaje con la hojarasca, saltan a montones cuando se camina sobre ésta.

Incluso en el más grave incendio que ha sufrido esta área natural protegida en lo que va de 2019, el del paraje Los Asadores en Tlajomulco que afectó durante 25 horas mil 900 hectáreas, se informó que hubo una afectación menor, aunque admitieron que hubo registro de un venado y un pecarí muertos y algunos otros vivos, sedientos. Sin embargo, según integrantes de las brigadas forestales del CUCBA, los especímenes muertos se contaron por decenas, entre ellos venados, serpientes, tarántulas y demás ejemplares nativos que tienen un rol en el equilibrio ecológico del bosque.

Además, el fuego a nivel de suelo, si bien puede tener un impacto positivo en la germinación de semilla de los pinos, cuando es descontrolado e intenso no sólo las destruye, sino que cambia las condiciones fisicoquímicas del suelo necesarias para sustentar la vida que alberga, pues para que puedan crecer los encinos como los que viven en La Primavera necesitan que redes de hongos interactúen con sus raíces para poder absorber nutrientes (las famosas micorrizas), relaciones complejas e invisibles que ahí están, debajo de nuestros pies.

El bosque de pino encino de La Primavera tiene una caldera volcánica en las profundidades y sabe tolerar la temperatura, pero el fuego descontrolado que ha estado azotando en superficie tiene efectos adversos que no están siendo debidamente dimensionados.

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da/i