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Estudio revela la dimensión emocional de la vivienda informal en Zapopan

(Foto: Cuartoscuro)

Entre 2019 y 2023, la investigación “Emociones y vivienda en asentamientos informales periféricos”, revelando la compleja relación entre exclusión urbana, condiciones estructurales de precariedad y las formas en que las personas resignifican emocionalmente su experiencia de habitar. En ausencia de políticas públicas efectivas de vivienda y ante un mercado inmobiliario excluyente, miles de familias construyen sentido, pertenencia y estabilidad en contextos marcados por la irregularidad jurídica y la falta de servicios básicos.

El estudio identificó que los habitantes de estos asentamientos en Zapopan, aunque carecen de servicios básicos, seguridad pública e incluso certeza jurídica sobre su propiedad, expresan un fuerte sentido de orgullo, arraigo y satisfacción por haber logrado construir un hogar propio.

La posibilidad de modificar el espacio, no depender de arrendadores y saberse dueños de algo propio otorgan tranquilidad y sentido de pertenencia, a pesar de estar en contextos de desigualdad urbana.

Los datos presentados en esta investigación también dan cuenta del contexto estructural que rodea a la vivienda informal en México. Se estima que existen entre 6.3 y 7.5 millones de lotes en situación irregular, muchos de ellos en la periferia de las ciudades, sin escrituras ni infraestructura básica.

Además, entre el 33% y el 70% de las viviendas presentan incertidumbre jurídica. Estas cifras, recopiladas por el mismo estudio, muestran que la informalidad no es un fenómeno aislado, sino parte constitutiva de la urbanización en América Latina.

En México, aproximadamente 31.7 millones de personas trabajan en el sector informal y otras 16.5 millones en actividades agropecuarias familiares, sin acceso a financiamiento formal ni a mecanismos de seguridad social. Ante esta exclusión, muchas familias recurren a la autoconstrucción y a la ocupación de predios irregulares como única vía para acceder a una vivienda propia.

Lejos de una visión que reduce la informalidad a la ilegalidad o la marginalidad, la investigación propone entenderla como una forma de agencia y resistencia. En estos asentamientos, las emociones como el orgullo, la satisfacción y la felicidad resignifican las carencias materiales y refuerzan la idea de que tener una casa, aunque precaria, es también tener un lugar en el mundo.

El estudio concluye que es necesario repensar las políticas públicas en materia de vivienda, reconociendo no solo la necesidad de acceso formal, sino también el valor simbólico, emocional y social que implica construir un hogar desde abajo.

GR