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Alfaro: negro panorama

En 2012, al arranque de las campañas electorales cuando era candidato a la gubernatura y Andrés Manuel López Obrador lo era a la Presidencia de la República, Enrique Alfaro Ramírez seguramente advertía en el horizonte un fructífero futuro como resultado de su alianza con el tabasqueño en caso de que ambos obtuvieran la victoria. Gobernar de la mano era, quizás, lo mejor que podía sucederle y significaba para él la joya de la corona tras convertirse en el político más popular de Jalisco.

Sin embargo, en el trayecto de la campaña Alfaro Ramírez dio un brusco e inesperado viraje que se concretó el día de la jornada electoral en una alianza de facto con la entonces candidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota, sin romper oficialmente el acuerdo construido con López Obrador, quien registró la traición y la evidenció en 2018 cuando nuevamente se encontraron, por caminos diferentes, como candidatos a los mismos cargos que seis años atrás.

Pero es ahora, cuando Andrés Manuel es presidente de la República y Alfaro Ramírez gobernador, que López Obrador está cobrando una factura que tenía pendiente y cuyo objetivo –que sin duda logrará porque ya hay evidencia de ello, pese a lo joven que son ambos gobiernos, federal y estatal– será derrumbar un proyecto político que se comenzó a construir con miras a 2024 y que tendrá su primer aviso en 2021.

El anuncio que ayer hizo Enrique Alfaro en el sentido de que para el año próximo vendrán recortes “durísimos” para Jalisco en el presupuesto de egresos federal, comenzando por los mil 600 millones en el sector salud y otros más en educación y seguridad, no es sino un ejemplo de lo que se veía venir cuando en campaña López Obrador no dejó pasar la oportunidad de recordarle al entonces candidato de Movimiento Ciudadano a la gubernatura lo sucedido en 2012.

No creo que el presidente López Obrador tenga como consigna castigar a los jaliscienses, pero lo que parece tener muy claro es que no será el alfarismo el que salude con sombrero ajeno y el conducto para repartir a su modo y gusto los recursos federales, sino que será a través del lopezobradorismo y de la denominada cuarta transformación como se le hará llegar a la ciudadanía el apoyo de su gobierno. Ese será el papel que juegue en su momento quien será el súper delegado, apellídese Lomelí o como se quiera.

Aunque no mencionó nombres, Alfaro mismo declaró ayer que el gobierno federal no está dando a otros estados el mismo trato que se le da a Jalisco, castigándolo con recortes presupuestales, lo que deja entrever que detrás de dichos recortes hay algo más que el problema económico y financiero que pudiera enfrentar López Obrador para repartir a todos los estados.

A finales de 2018 López Obrador programó recortes presupuestarios a Jalisco para aplicarlos en este 2019, y ahora repite la fórmula con mayor rigor para 2020, año previo a las elecciones, lo que indudablemente restringe en demasía el margen de maniobra de los gobiernos estatales, particularmente aquellos que no son de Morena, como es el caso de Jalisco que tiene como ingrediente extraordinario una traición política de por medio.

La pregunta es: ¿qué hará Enrique Alfaro ante este panorama? Anunció que buscará formar un bloque ya no opositor, sino de diálogo ante el gobierno federal con otros gobernadores con los que se encontrará el viernes en la reunión de Conago, pero ¿será secundado por sus homólogos? ¿Qué caminos y qué instrumentos le quedan para convencer a López Obrador de que le suelte más dinero? No advierto salida alguna con éxito.

Y es que la cuarta transformación querrá hacerse sentir en Jalisco el año próximo para cosechar en 2021, cuando desarme al partido en el gobierno y ante la ausencia de una mayor oposición en el estado.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I