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TIJUANA. Decenas de niños migrantes varados en la ciudad de Tijuana reciben estos días clases a distancia apoyados por una ONG que vela por su educación y les ofrece material para continuar con su enseñanza de manera virtual, como hacen millones de niños mexicanos.
Cañón del Alacrán es una de las colonias (barrios) más marginadas del fronterizo municipio de Tijuana, hoy muy presionado por el cierre de fronteras por la pandemia de coronavirus y el arribo de migrantes que, ante la falta de audiencias en cortes de Estados Unidos, permanecen varados en esta localidad.
Entre basureros clandestinos, aguas negras estancadas, criaderos de animales de granja y entre una notoria ausencia de servicios públicos municipales, conviven cientos de familias de El Cañón del Alacrán.
En medio de estas dificultades emerge el refugio para migrantes Embajadores de Jesús, una iglesia cristiana ubicada a 17 kilómetros de la Garita Internacional de El Chaparral, casi tocando el sueño americano.
Este refugio ofrece albergue a decenas de familias con niños que, desde que comenzaron las clases en México el pasado 24 de agosto, han podido retomar las clases a distancia y en el marco de la nueva normalidad.
Son 60 niños originarios en su mayoría de Centroamérica, aunque también hay un puñado de menores haitianos e incluso desplazados mexicanos, que llegaron del interior del país hasta la frontera.
Todos estaban por perder su grado escolar por no tener computadoras ni docentes que les dieran continuidad a su educación por el Covid-19.
Fue por eso que la fundación Juventud Activista Internacional tomó la iniciativa de facilitar las clases virtuales a los niños migrantes, quienes reciben desde hace unas semanas atención a distancia por docentes que brindan su tiempo y conocimiento de forma voluntaria.
Desde Ciudad de México, varios puntos de Estados Unidos y otros países de América Latina, los profesores se conectan a su computador y se enlazan según el horario que les corresponda en las distintas materias que se brindan. De esta manera, ofrecen lecciones de matemáticas, español y derechos humanos, entre otras asignaturas.
Andrea Rincón, presidente de Juventud Activista Internacional, comentó que se trata de un programa que más que educación, trata de darles a los menores migrantes las herramientas necesarias para la defensa de sus derechos internacionales.
La mayoría de ellos está pendiente, junto con sus familias, que una corte estadounidense evalúe su caso y les otorgue, o rechace, su solicitud de asilo.
Rincón mencionó que debido a la contingencia sanitaria muchos de los organismos no gubernamentales detuvieron todo tipo de apoyos altruistas a los refugios. Pero ellos como jóvenes, agregó, no podían permitir que los niños se quedaran sin educación.
El profesor ofrece la clase en línea y es proyectado en un televisor, los niños lo escuchan a través de una bocina y con un micrófono interactúan, revisan tareas, repasan estudios, y se comienzan a conocer con el maestro de forma virtual.
Este modelo educativo es parecido al que siguen más de 30 millones de estudiantes mexicanos desde el 24 de agosto cuando comenzaron el curso escolar desde casa, un ciclo histórico ante la pandemia de Covid-19 en el que los padres se convirtieron en docentes y los niños cambiaron las aulas por los televisores.
Francisco, un niño de 11 años originario de El Salvador, dijo con emoción que tomaba las clases con mucha concentración porque anhelaba ser un agente de la policía de mayor para ayudar a los más desfavorecidos.
Mientras que María Luisa Sánchez, madre de varios niños del albergue, vive con la ilusión de cumplir el sueño americano.
FRASE
“Se trata de un programa que más que educación, trata de darles a los menores migrantes las herramientas necesarias para la defensa de sus derechos internacionales”: Andrea Rincón, Presidente de Juventud Activista Internacional
jl/I