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Dónde termina la libertad de expresión

La semana pasada las grandes plataformas tecnológicas como Twitter y Facebook vetaron a Donald Trump con el argumento de que éste rompió sus políticas de uso por incitar con sus palabras a la violencia que desencadenó la invasión del Capitolio. Desde entonces éste ha sido el principal tema de análisis político y social, generando opiniones de todo tipo, pero particularmente polarizándose en dos posturas: una, que las empresas tecnológicas atentaron contra la libertad de expresión y otra, que la libertad de expresión tiene un límite y Trump ya lo había rebasado, por lo que su expulsión está justificada. 

La realidad es que ambas posturas tienen algo de razón, pero ninguna tiene la razón completa. Para tratar de revelar en qué aciertan y en que se quedan cortas estas visiones, me apoyo en dos declaraciones de Angela Merkel, el último liderazgo de referencia en un mundo occidental sumido en la ausencia de liderazgos positivos. 

El primero es un discurso de noviembre de 2019 que se hizo viral en el que Merkel, en una crítica al surgimiento de movimientos políticos de extrema derecha, declaró que “el límite de la libertad de expresión está cuando se propaga el odio, cuando la dignidad de otra persona es violada”. 

Esto nos recuerda que las libertades no existen en un vacío, sino en una sociedad formada por millones de individuos cada uno con sus derechos fundamentales. El ejercicio de la libertad de unos no puede limitar el ejercicio de la libertad de otros o la sociedad en su conjunto se vuelve menos libre. Las sociedades que aspiran a ser libres deben buscar perfeccionar los límites de la libertad individual. 

Un líder que usa su posición privilegiada para inventar enemigos e incitar al odio de un grupo hacia otro quizás esté ejerciendo su libertad de expresión, pero lo hace a costa de la libertad de aquellos que sufren las consecuencias de la discriminación y la violencia. Cuando este líder es un presidente elegido democráticamente comete una traición a su mandato, porque no se debe a unos cuantos, sino a todos los ciudadanos que tienen derecho y aspiran a ser libres. 

La segunda declaración de Angela Merkel es de hace un par de días cuando dijo que la decisión de Twitter de eliminar la cuenta del presidente de Estados Unidos es problemática porque corresponde al Estado establecer un marco para regular el uso de las redes sociales. 

El problema no es que se le pusiera un límite a Donald Trump que sin duda estaba usando su libertad de expresión irresponsablemente, el problema es que este límite se lo ponga el consejo de administración de una empresa privada que no necesariamente tiene el bien común de la sociedad como su objetivo número uno. 

Muchos criticaron a las empresas tecnológicas por esperarse hasta la situación extrema de la invasión al Capitolio para tomar medidas. Algunos incluso especularon que se esperaron hasta que Biden fuera certificado como ganador de las elecciones por el Congreso para evitar una confrontación con Trump que no les convenía. 

Lo más preocupante, sin duda, es que se avecina una lucha de poder de proporciones titánicas. Este es, después de todo, el día en que un grupo de empresarios tecnológicos descubrió y ejerció su poder de silenciar al presidente de Estados Unidos. 

Autores de ciencia ficción como Eliot Peper y Malka Older llevan varios años escribiendo sobre un posible futuro en el que una megaempresa tecnológica que controle todo lo que ocurre en Internet pueda ser incluso más poderosa que el conjunto de estados nación. Lo que estamos viviendo estos días puede ser el inicio de una batalla entre los países y las grandes empresas tecnológicas para delimitar el poder de los “términos y condiciones de uso” de las redes sociales y otras plataformas digitales. 

Aprovecho este espacio para despedirme, pues esta es mi última columna. Agradezco a El Diario NTR Guadalajara por darme la oportunidad de escribir en este espacio semanal y a todos ustedes que me han leído en los últimos cinco años. Ha sido un privilegio poder compartir aquí mi visión y análisis de la realidad nacional e internacional. Espero que nuestros caminos se vuelvan a cruzar en el futuro. 

Twitter: @ortegarance 

jl/I