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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
Los humanos recordamos fidedignamente los acontecimientos del pasado, en especial los que generaron situaciones de alerta ante el peligro. Cuando el humano detecta peligro, huye o pelea, ya sea física o emocionalmente.
El recuerdo permanente de una situación negativa genera estrés, produciendo químicos neurotransmisores en la sinapsis de las neuronas que a su vez envían neuropéptidos al torrente sanguíneo que llegan a los sistemas hormonales, cambiando el funcionamiento del organismo y generando un estado de ánimo.
Cuando el estrés es prolongado genera daños en el sistema inmunológico. Vivir en el pasado con pensamientos negativos generará un estado de subconsciencia que cambiará el temperamento, dando por resultado reacciones automáticas ante estímulos de vida y que finalmente provocará un rasgo en la personalidad.
Así, encontramos personas amargadas, resentidas, iracundas, desadaptadas, envidiosas. Los humanos también tenemos la posibilidad de imaginar el futuro y cuando lo visualizamos desde un pasado traumático generamos miedos que se transmiten en forma de enfermedad, ira, rivalidad, culpabilidad, inseguridad, celos, prejuicios que hacen subconscientemente atraer un futuro conflictivo porque obsesionados en una mala experiencia nos hace fallar en las acciones exitosas del futuro aunque así lo estemos deseando.
Por el contrario, una persona que digiere las malas experiencias y vive su presente plenamente –algunos especialistas le llaman mindfulness–, logra convertirse en una persona sana, equilibrada, alegre, en paz, armonía y viviendo energías que le traen salud, homeóstasis, prosperidad, confianza y amor.
El lóbulo central del cerebro se encarga de procesar la atención, la concentración y la concienciación, es el que controla impulsos, emociones, decisiones. Ejercitar el lóbulo central con base en la metacognición –que es la capacidad de meditar, reflexionar sobre los propios procesos mentales para el aprendizaje conductual– es una manera de hacer que todo recuerdo negativo o evento traumático no genere estrés al dejarlo fluir, irse, y en cambio quedarse, con aquello que es agradable, positivo, constructivo y productivo.
La metacognición o autoconciencia evita que actuemos de manera automática basados en emociones creadas por pensamientos negativos. Realizar actividades creativas y artísticas, como pintar, cantar, bailar, escribir, hacer ejercicio o jugar genera momentos que desconectan otras partes del cerebro que traen recuerdos, pendientes y permite que el lóbulo frontal se active.
Padres y formadores debemos enseñar con el ejemplo a nuestros hijos y alumnos a no vivir en el pasado, que de nada sirve o aporta. Enseñarles a dejar fluir los malos momentos como parte de la vida, a no estacionarse en malas experiencias o accidentes dolorosos propios o de responsabilidad de terceros. Enseñarles a vivir el presente con optimismo, altruismo, buen ánimo, convivencia, risa, trabajo, productividad, con una visión de un futuro deseable, de expansión, de generación de actos humanitarios y trascendentes. Enseñarles a crear recuerdos que lleven a acciones honorables y de júbilo.
jl/I