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Cristina reedita un trabajo de cuentos para diablas

(LUCHA. La escritora aplaude el momento de ebullición que se vive en la actualidad de las mujeres contra el patriarcado. Foto: Especial)

“Mi padre lo aconsejaba: ‘Siempre lleva una credencial encima por si algo pasa y no podemos reconocer el cuerpo’”, esta es una de las fuertes citas que se leen en La guerra no importa, libro de la escritora mexicana Cristina Rivera Garza publicado en 1983 y que se lee también en Andamos perras, andamos diablas, la reedición de ese primer trabajo y que Rivera Garza presenta en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). 

“Se trata de una novela fragmentada, o colección de cuentos, que al final de cuentas lo escribí en una época en que el mundo era muy distinto, con un solo partido político al frente del país, con instituciones viejísimas donde el futuro pesaba mucho. Donde no existía el diálogo sobre el lugar de la mujer, por eso le puse ese primer nombre: La guerra no importa, porque de verdad no veía que valiera la pena luchar una guerra perdida con las cúpulas del poder”, especifica la escritora al hablar de la primera versión de su libro. 

Ahora, especifica, se le ha cambiado el nombre a algo mucho más poderoso “porque vivimos un momento de mucha ebullición y de una impresionante participación de las mujeres en general, feministas o no; de esta gran crítica social y cultural que representa la actividad de la mitad de la humanidad”. 

Hace 38 años, Cristina comenzó buscando plasmar en sus páginas la cobertura y sus sentimientos respecto al feminicidio de su hermana Liliana. Así lo hizo en su libro El invencible verano de Liliana y de ahí no paró. 

Pero este trabajo de 2021 no solamente habla sobre la violencia física, los feminicidios y el peligro que sufren día a día las mujeres. En este trabajo intuye la violencia no evidente, esa que está intrínseca en las relaciones con los otros, con la familia e incluso con las ciudades. 

Cristina pone de ejemplo en este tono al amor romántico. Haciendo de nuevo una comparación con los 80, la escritora asegura que está muy contenta de que hoy en día, aunque el amor romántico sigue ganando, ya se dialoga sobre su eliminación. Ahí mismo cuenta cómo, para poder tener ese diálogo no puede dejarse de lado el gran avance que se ha tenido sobre la libertad sexual. “No se puede dejar de lado tampoco a los transexuales, a los homosexuales, a toda la comunidad que poco a poco se une en este camino a terminar con un concepto e idea de amor romántico que tanto daño hace a la sociedad por vender una idea de amor sin fin”. 

Incluso, afirma, el feminismo tiene todavía mucho que aprender sobre estos cambios. “Me declaré feminista en secundaria por un profesor que hizo un comentario horrible sobre una política mexicana, que ni conocía, ni sabía quién era, pero sí sabía que lo que había dicho el profesor estaba mal, y en ese momento dije que era feminista sin saber nada, solo era una reacción visceral, pero todavía no tenía manera de explicarlo, sin embargo, sí la sensación de que hay algo que no funciona bien ni conviene”. Así, dice ella, es el comienzo de todas.  

jl/I