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Un México violento
Porque nos la quitaron
Sus miedos, su coraje e indignación, su tristeza por el asesinato de Debanhi Escobar aparecen una y otra vez en las redes sociales. Son frases que retumban. Sacuden. Brotan de muy adentro. Y al releerlas, lo primero que tendría que cambiarse es el “sus” por “nuestros”, “nuestra”: nuestros miedos, nuestro coraje e indignación, nuestra tristeza ante la violencia contra las mujeres. El “nuestros”, en solidaridad porque se agravia a todas y todos; en crítica colectiva a los crímenes de un sistema que los fomenta, normaliza, deja impunes; en rechazo a la ineficiencia de las fiscalías del país, ejemplo de cómo para grupos gobernantes los feminicidios no son una prioridad.
Leo los mensajes y prefiero reproducirlos: “Me horroriza pensar que todas estamos a ‘un taxista’, ‘un descuido’, ‘una salida’, ‘una calle oscura’, ‘una borrachera’, ‘un conocido’ de convertirnos en parte de las estadísticas por feminicidio”, escribe en Twitter la periodista María Fernanda Mora.
“Hoy se cumple un año de la muerte de mi hermana y su feminicida sigue prófugo. #Justicia para Monse, #FaltaMarlon”, denuncia Leslie. Monserrat Bendimes fue asesinada a golpes. La Fiscalía de Veracruz ofrece 250 mil pesos por información que conduzca a detener a Marlon Botas, acusado del crimen.
“Tengo tantas ganas de llorar por una persona que ni siquiera conocí. Espero que la vida me libre de tener ‘amigas’ como las de #DebanhiEscobar. Y que el universo me dé la oportunidad de ser esa amiga que cuida, acompaña y protege. Vuela alto. #JusticiaParaDebhani”, reflexiona Keila Rosado.
“No debió suceder #Debhani, hoy, no tienes por qué estar muerta, no debiste morir, ni tú, ni ninguna de las niñas que encontraron contigo”, apunta la jurista Julia Álvarez Icaza.
“Imagínate ser mujer, salir a una fiesta y no regresar jamás. Imagínate buscar a tu hija y en el proceso encontrar el cuerpo de seis mujeres más. Imagínate pedir ayuda a las autoridades y que el proceso sea largo e ineficiente. En México nada de esto se imagina, se vive. #Debanhi”, escribe Elsa.
“Nunca te conocí, nunca llegué a saber cuáles eran tus gustos o escuchar el sonido de tu voz, pero me duele escuchar tu partida. Tú no lo merecías, nadie merece que lo priven de sus sueños, de la vida, de su futuro. Ni una más. #Debanhi”, comparte Nataly Guevara.
Debanhi es miles de Debanhis asesinadas en todo el país. Como recién sucedió en la entidad con Quimberly Anay Aceves Franco, de 19 años. Desapareció el 16 de abril en la colonia Jalisco, en Tonalá. Apareció sin vida cuatro días después. La asesinaron.
Diputados, senadores, regidores, alcaldes de un partido político o de otro, dizque lamentan los crímenes de las mujeres solo para atacar y denostar a los contrincantes. Utilizan políticamente los asesinatos como arma de su discurso centrado más en la lucha por el poder. Los “lamentadores” y las “lamentadoras” critican a los gobernantes adversarios por la inseguridad o tal o cual feminicidio, y quizá con mucha razón; pero son incapaces de afirmar lo mismo cuando ocurre algo similar en un espacio gobernado por quien es de su mismo partido. Es la hipocresía de la clase política tradicional. Se montan en los cadáveres solo para embestir a sus enemigos. No les interesó o fueron incapaces de contenerlos cuando gobernaron. No es su prioridad. Manipulan miedos, corajes, indignación y tristeza social. Buscan sacar raja política con el sufrimiento de las víctimas.
En vez de convocar a una emergencia nacional, escuchar a las mujeres y a la población, ejercer la crítica contra todos, encauzar recursos y operar políticas públicas eficientes, piensan en seguir medrando de los cargos y en su futuro. Que no lamenten lo que poco les importa. No les creemos. Son parte del problema. Sus manejos políticos son repulsivos.
Twitter: @SergioRenedDios
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