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Importancia de la salud mental en la salud pública

Sin duda alguna la salud mental tiene un papel muy importante, inclusive trascendental, dentro de la salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud mental como “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”. Lo anterior lleva a preguntarnos: ¿Qué fenómenos afectan a la salud mental y cuáles la fortalecen?

En nuestra actualidad existen varios factores que la afectan, como la inseguridad laboral, la constante preocupación y el efecto estresante de no traer lo necesario para nuestras familias, etc. Si se les suma la indiferencia y las personas más privilegiadas, la situación puede llevar a la insensibilidad y a juzgar antes de reflexionar que no hay los mismos beneficios para unas personas que para otras.

Lo que es aún peor es que si las personas con mayores privilegios, con todas estas características mencionadas, toman “el control” de ejecutar decisiones en las que los menos privilegiados se vean mayormente afectados, sólo provocará transgresión y “un golpe muy bajo” a la salud mental de la población.

Un ejemplo nada novedoso, pero totalmente vulgar y nocivo son las guerras. En cualquier guerra la población menos privilegiada es la más afectada debido a que pasan interminables situaciones de violencia absurda, hambruna, condiciones insalubres, etc., lo que detona en trastornos mentales y muy probablemente en resentimiento entre la población violentada. Es cierto que también existe la contraparte, y esto es la resiliencia, encontrarle sentido a lo que la persona está viviendo y esa situación puede convertirse en fortaleza para el ser humano; sin embargo, no ponerle un alto a las injusticias sólo llevará a “romantizar” lo ocurrido.

En resumen, hay cuatro autores que pueden aportar al tema:

  • Maquiavelo, quien justifica la violencia en la sociedad ejercida por sus mandatarios “para mantener el orden”; la llamaba “la crueldad bondadosa”.
  • Dostoyevski, quien menciona que inclusive las personas “más malvadas” pueden tener algo de bondad.
  • Foucault, quien considera que “no es sorprendente que una sociedad oprimida se manifieste violentamente, destruyendo palacios o monumentos”.
  • Camus, quien apunta que la violencia no tiene justificación y no se trata de “casarse” con “derechas o izquierdas”, sino de tener mesura en nuestros actos.

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JB