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Acerca de las crisis

Resulta frecuente que en la cotidianeidad de la vida se suele atravesar por diversas situaciones que generan pensamientos, conductas y emociones específicas en el comportamiento, de manera que, dependiendo de la naturaleza de dicho evento y la intensidad con que se presente, será la forma en la que reaccionemos de forma positiva o negativa.

Daniel Benveniste (2000), explica que una “crisis” es una incapacidad del individuo para manejar situaciones particulares utilizando métodos habituales. Esto quiere decir, cuando ante un acontecimiento novedoso, estresante o inusual la persona utiliza medios, opciones y tipos de respuesta que no resuelven satisfactoriamente el suceso; en otras palabras, cuando un evento impactante desborda excesivamente la capacidad de una persona de manejarse de modo usual y autónomo.

Es entonces cuando se crea un breve estado de desequilibrio y desadaptación en la vida de la persona, si la situación resulta traumática o sobrepasa sus capacidades y no se cuenta con las redes de apoyo o los servicios de salud mental necesarios el resultado puede desencadenar en un serio problema. Ante ello surge un cuestionamiento crucial: ¿cómo afrontar positivamente un evento adverso y crítico que puede cambiarnos la vida?

Cabe mencionar que existen diversos tipos de crisis y algunas de ellas son totalmente necesarias para el progreso vital del individuo, estas se generan conforme avanza su desarrollo y línea de tiempo; pudiendo ser de naturaleza fisiológica, psicológica e inclusive de carácter social; ejemplos de éstas pueden ser: el crecer, aprender a caminar, el primer día de clases, un cambio de trabajo, la vida de pareja o la consolidación de un matrimonio entre otras.

La clave para superar o afrontar una crisis dependerá del tipo de recursos que el individuo posea, ya sean de orden interno como el equilibrio emocional o externo como redes de apoyo sólidas y positivas tales como la familia, la pareja y los amigos.

Éstos últimos son un factor relevante que influye en cómo se vivenciarán las situaciones adversas, ya que el hecho de contar con personas con las que se pueda establecer lazos estrechos de comprensión y confianza, o sentir tranquilidad y apoyo en momentos de vulnerabilidad refuerza las capacidades de afrontamiento, desahogo y manejo de estrés; incluso en ocasiones, resulta favorecedor el tener diferentes perspectivas ante un problema, normalizando las reacciones o emociones desagradables y ayudando a desarrollar una visión mucho más objetiva, proactiva y positiva de nuestra realidad.

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JJ/I