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Reflejan la violencia de El Salvador en documental

(Foto: Especial)

La violencia que hoy en día se padece en El Salvador fue el tema que el cineasta Julio López Fernández quiso retratar inicialmente a través de un documental, pero durante su investigación se topó con un problema aún mayor y no era actual, sino de tres décadas atrás.

“Al escarbar, me di cuenta que los problemas de violencia que hoy tienen en jaque a El Salvador no son recientes, vienen de la Ofensiva Hasta el Tope que se llevó a cabo en noviembre de 1989 a cargo de la guerrilla del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN)”, explicó a Notimex en entrevista.

Es tan sólo un conflicto que El Salvador enfrentó como consecuencia de la Guerra Civil entre la Fuerza Armada de El Salvador (FAES) y las fuerzas insurgentes del FMLN que se vivió entre 1979 y 1992, y mismo que plasmó a través de su ópera prima La batalla del volcán, que ha presentado en varios circuitos cinematográficos de México.

El tema llamó la atención de Julio López porque aunque nació en México, la última parte de su infancia la vivió en El Salvador, nación de la que su madre es originaria y a la que le tiene mucho respeto, cariño y agradecimiento.

Al concluir su carrera universitaria en Comunicación Política, pensó en hacer un documental acerca de la violencia social en El Salvador, sobre todo la relacionada con las pandillas, que es el fenómeno social más visible.

“Pero en la búsqueda me encontré con una violencia tan terrible que además de no poder explicar, era imposible de entender cómo es que habíamos llegado a ese nivel”.

El productor de documentales como El cuarto de los huesos y Los ofendidos, dirigidos por Marcela Zamora, así como Heredera del viento, de Gloria Carrión, decidió enfocarse en Ofensiva Hasta el Tope, la batalla que había marcado el final de la guerra, pero que nunca se había explicado a bien el por qué o bajo qué condiciones se desarrolló.

Fueron seis años de trabajo exhaustivo para lograr La batalla del volcán porque decidió buscar y entrevistar a los sobrevivientes de la guerra a fin de recuperar anécdotas que poco a poco reconstruyeran los hechos.

“Por muchas razones, la memoria de la Guerra Civil salvadoreña ha estado muy descuidada, sobre todo por los gobiernos de la posguerra. Existen muchísimas lagunas en la documentación acerca de lo que pasó en la guerra. La ofensiva, en particular, ha sido olvidada”.

Cuando Julio López comenzó a trabajar no hallaba información profunda y detallada en las bibliotecas. Después se escribieron dos libros.

“Durante la ofensiva ocurrió el asesinato de los sacerdotes jesuitas, hecho que se opacó, por lo que el reto fue reconstruir la historia prácticamente desde cero y lo hicimos a través de testimonios. Entrevistamos aproximadamente a cien personas, entre combatientes, militares guerrilleros y civiles”.

El objetivo del director consistió en que la batalla fuera el personaje principal de su documental y que la historia se contara en orden cronológico.

La segunda regla que se impuso fue que la película tenía que ser coral, es decir, se captaría la mayor cantidad de puntos de vista posibles, sobre todo ahora que después de 30 años, sus protagonistas aún viven y pueden discutir la situación.

“El Salvador es un país muy pequeño y no es difícil encontrar a quien haya participado en la guerra, prácticamente todos conocen a gente que estuvo involucrada, así que al ir preguntando fui armando las cadenas. Con el Ejército fue difícil porque las redes entre soldados no se han mantenido como las de la guerrilla”.

Entre el centenar de personas que entrevistó, notó que las heridas siguen abiertas, que siguen palpitando en el corazón de quienes padecieron la guerra.

“Tan solo con escarbar un poquito, surgía una gran revelación de problemas sociales que nunca se resolvieron en la guerra. Es decir, los gobiernos de derecha e izquierda que hubo después y que hicieron acuerdos de paz, no hicieron realmente un proceso de reconciliación social.

“Hubo una amnistía decretada a las pocas semanas de la guerra y se decidió un borrón y cuenta nueva. Esto generó una conflictividad social enorme, pues el tejido social quedó devastado y no hubo una tarea de reconstrucción”, explicó.

Luego de proyectar el filme en El salvador, el cineasta observó que miles de personas se enfrentaron a un proceso de catarsis. Muchas dijeron que nunca habían hablado del asunto.

“Fue muy bonito porque se generó un diálogo en muchos sentidos. Hablaron los guerrilleros y los militares con civiles, con gente de distintas zonas de la ciudad. Me emocionó que la película contribuyera a eso porque antes no se podía abundar en el tema y ahora sí”.

Al hacer un análisis de La batalla del volcán, admite que quedaron preguntas aún sin resolver y muchos testimonios que dejó fuera, por lo que pensaría en realizar una segunda parte de este trabajo ahora abocado en la verdad y la justicia.

“Lo que hicimos fue poner la primera piedra de un edificio de memoria sobre la ofensiva. Ahora falta construir el edificio completo y poner las primeras piedras de otro montón de eventos para generar memoria y un proceso de diálogo.

“La sociedad salvadoreña tiene un trauma tan profundo que hoy genera más violencia. El fenómeno de las pandillas de hoy es directamente proporcional a ese trauma que se debe sanar”, concluyó.

JJ/I