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Un México violento
Porque nos la quitaron
La adicción a los teléfonos inteligentes y otros dispositivos crea conexiones neurológicas en el cerebro similares a las que forman los opiáceos, ha descubierto una investigación de la Universidad Estatal de San Francisco, en Estados Unidos.
“La adicción al uso de teléfonos inteligentes comienza a formar conexiones neurológicas en el cerebro de forma similar a como lo hace la adicción a los opioides que experimentan las personas que toman un opiáceo para el alivio del dolor, es decir, gradualmente”, explica el autor principal de esta investigación, Erik Peper, en un comunicado de la citada universidad.
Asimismo, las notificaciones automáticas, vibraciones y otras alertas en nuestros teléfonos, tabletas, pulseras y ordenadores nos hacen sentirnos obligados a mirarlos porque activan las mismas vías neuronales que en nuestro pasado evolutivo nos alertaron de un peligro inminente, como un ataque de un tigre o de otro depredador grande.
“Ahora estamos secuestrados por esos mismos mecanismos cerebrales que una vez nos protegieron y nos permitieron sobrevivir, pero esas alertas sólo nos advierten de una información trivial”, añade Peper.
Los investigadores señalan que ser adicto a los dispositivos inteligentes y todo su universo de posibilidades puede afectar negativamente al desarrollo de nuevas conexiones neuronales entre los jóvenes y perjudicar el pleno desempeño de sus facultades superiores en la edad adulta.
La investigación, publicada en la revista NeuroRegulation, confirma asimismo que esta adicción provoca un creciente distanciamiento y aislamiento, que se intensifica en la misma medida en que aumenta la adicción a los teléfonos y otros dispositivos inteligentes.
Los teléfonos inteligentes son una parte integral de la vida de la mayoría de las personas, lo que nos permite estar conectados e informados en todo momento. La desventaja es que muchos quedan adictos a los constantes timbrazos, vibraciones y otras alertas de nuestros dispositivos, que los hacen incapaces de ignorar nuevos correos electrónicos, textos e imágenes.
Este comportamiento afecta seriamente a la salud, especialmente de los jóvenes universitarios, ha constatado esta investigación, desarrollada mediante una encuesta a 135 estudiantes del Estado de San Francisco, donde está ubicada la citada universidad.
Según los datos reflejados por esta encuesta, los estudiantes que usan sus estos dispositivos inteligentes con mayor frecuencia señalan niveles más altos de aislamiento, soledad, depresión y ansiedad.
Además, creen que la soledad es consecuencia de sustituir la interacción cara a cara con otra persona, con una forma de comunicación en la que el lenguaje corporal y otras señales no pueden interpretarse.
Otro dato revelado por la encuesta es que esos estudiantes que se sienten aislados y deprimidos también realizan constantemente diversas tareas al mismo tiempo que estudian, comen o asisten a clase.
Esta actividad constante deja poco tiempo para que los cuerpos y las mentes se relajen y regeneren, añade Peper. Además, tiene como consecuencia que no realizan bien ninguna de las tareas que acometen simultáneamente.
Los investigadores advierten que la adicción digital no es culpa de los jóvenes, sino que está provocada el deseo de la industria tecnológica de aumentar las ganancias corporativas: “a más ojos, más clics, más dinero”, dijo Peper.
Pero así como pueden entrenarlos para comer menos azúcar, por ejemplo, pueden tomar las riendas y entrenarlos para ser menos adictos a sus teléfonos y ordenadores, señalan los investigadores.
El primer paso es reconocer que las compañías tecnológicas están manipulando nuestras respuestas biológicas innatas al peligro.
Como medidas preventivas, Peper sugiere desactivar las notificaciones automáticas, responder al correo electrónico y a las redes sociales sólo en momentos específicos del día y establecer periodos de tiempo sin interrupciones para centrarse en tareas importantes.
“La adicción al uso de teléfonos inteligentes comienza a formar conexiones neurológicas en el cerebro de forma similar a como lo hace la adicción a los opioides que experimentan las personas que toman un opiáceo para el alivio del dolor, es decir, gradualmente”
Erik Peper, autor de la investigación
Como medidas preventivas, los investigadores sugieren desactivar las notificaciones automáticas, responder al correo electrónico y a las redes sociales sólo en momentos específicos del día y establecer periodos de tiempo sin interrupciones para centrarse en tareas importantes
da/i