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Huelga climática II

Por segunda ocasión este viernes tuvo lugar una huelga climática alrededor del mundo; en decenas de ciudades miles de personas tomaron las calles para exigir que la agenda política tome en cuenta al ambiente, se reduzcan las emisiones de gases de invernadero y se efectúen acciones inmediatas para atender el cambio climático. ¿En México? Al parecer seguimos sin darnos cuenta de lo que ocurre en el mundo; no sólo la convocatoria tuvo una escasa asistencia, los medios reportaron poco lo sucedido y las autoridades siguen sin darse por enteradas. En México pareciera como si viviéramos en otro mundo. 

Es cierto que en este país no nos hacen falta más emergencias: la inseguridad es el principal tema de preocupación, pero ante la inminente crisis ambiental, todas las demás preocupaciones palidecen. Hemos ignorado demasiado tiempo el problema, asumiendo que la ciencia lo resolverá o que falta mucho tiempo para que realmente ocurra algo malo. Dejamos de actuar ya sea por complacencia o porque preferimos no preocuparnos demasiado: “Hay cosas más importantes”, nos decimos para engañarnos a nosotros mismos. Seguimos suponiendo que nuestras acciones no importan, ya sea en un sentido u otro, porque somos una entre siete mil quinientos millones de personas. 

Lo cierto es que la acción de uno sí cuenta, de esa manera se va generando cultura; los pequeños cambios van generando cambios mayores que modifican nuestra forma de entender el mundo y de comportarnos. Hace tan sólo 50 años el mundo sería irreconocible para quienes nacieron en este siglo, y no sólo en términos económicos, sino principalmente culturales. Lo malo es que quizá no tengamos tiempo suficiente para un cambio cultural lento, necesitamos apresurar las cosas, y eso implica acciones concertadas, es decir, organización política. Quienes tienen los recursos, la autoridad y los mecanismos para ordenar los cambios que son necesarios son justamente las personas que elegimos para conducir los asuntos de gobierno: desde el nivel municipal hasta el federal. Por eso es preocupante que no haya una agenda climática declarada en este país y mucho más que no haya una presión social al respecto, como sí ocurre en otros lugares. 

El viernes el gobernador declara que el dengue es consecuencia del cambio climático, pero ¿cuál es su propuesta para atender esta situación? Fumigar es un paliativo, y atiende sólo uno de los efectos. ¿Qué hay de las causas?, ¿dónde está la agenda climática de gran calado que necesitamos en Jalisco? El discurso de Enrique Alfaro sólo distribuye culpas, pero no propone ninguna solución: su pasmo es desalentador. Y no solamente al respecto de los mosquitos, el tránsito de la ciudad es cada vez peor y también contribuye a los problemas ambientales; la verificación vehicular está suspendida por intereses económicos, no se ven en el corto plazo soluciones integrales a la movilidad y esta ciudad está cada día más intransitable. Podría seguir hablando de la nula supervisión a empresas contaminantes, el fallo en la limpieza de los cuerpos de agua como el río Santiago, la pérdida de superficie boscosa y la autorización de desarrollos habitacionales en zonas de alta susceptibilidad. El colmo ha sido el intento velado por vender la Villa Panamericana ignorando el daño ecológico que esto provocaría. No me sorprendería que un día amanezcamos con la noticia de que esto es un hecho consumado. 

Las autoridades locales han brillado por su ausencia; por lo mismo, nos corresponde como ciudadanos exigir que se atiendan los problemas. Por lo pronto, urge saber si hay una agenda para atender el cambio climático.

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da/i