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Factores que propician la corrupción 

Después de unas semanas de receso, retomo este espacio de opinión, y aprovecho para desearles a quienes nos hacen el favor de leer El Diario NTR Guadalajara un muy feliz año. 

La sabiduría popular reconoce la dinámica cíclica en la que nos movemos postulando que año nuevo, vida nueva, pues cada inicio de ciclo nos ofrece la posibilidad de hacer las cosas de una manera distinta, y por eso hay quienes se hacen propósitos de año nuevo. 

Sin embargo, lo sabemos, muchos de esos propósitos no suelen perdurar en el tiempo, tal vez porque en el fondo no tenemos claro qué queremos lograr, ni por qué ni para qué, o no entendemos cuáles son las circunstancias que nos han puesto en esa situación. Y lo mismo aplica para los asuntos públicos. Para la mayoría de la población, ciertas apuestas parecen más una moda que un propósito bien definido, y en ocasiones así es. 

Por ejemplo, la Secretaría de la Función Pública, la encargada de supervisar el desempeño de los funcionarios federales y de combatir la corrupción, se propuso lograr que México sea el país anfitrión de la Conferencia de los Estados Parte en la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción, lo que se convertirá en una oportunidad de presumir la estrategia al respecto implementada por el gobierno federal. 

Es comprensible que en esos ámbitos se desee obtener el reconocimiento internacional, puesto que eso ayuda a reforzar la legitimidad del gobierno; no por nada en su momento Enrique Peña Nieto aceptó incorporar a México a la Alianza para el Gobierno Abierto, y hasta crear el Sistema Nacional Anticorrupción. Sin embargo, así como con algunos propósitos de año nuevo, parecería que no se ha logrado avanzar mucho. 

El problema es que la corrupción ha alcanzado niveles intolerables, por lo que no es válido simplemente tirar la toalla, y mantener los hábitos anteriores. De ahí que necesitemos comprender qué es lo que necesitamos hacer, para que nuestros esfuerzos sean más redituables. 

En ese sentido, son interesantes los hallazgos de Francesca Recanatini, Alessandro Prati y Guido Tabellini, quienes en una investigación llevada a cabo en 2005 encontraron los factores que hacen que algunas agencias públicas sean más corruptas que otras, con lo que nos ofrecen pistas para construir entidades públicas más íntegras. 

Por principio de cuentas, el diseño de nuestras organizaciones públicas influye, porque la corrupción es menor cuando las decisiones internas sobre presupuesto, adquisiciones y personal son auditadas regularmente, y cuando estas mismas decisiones se toman con procedimientos abiertos y transparentes. Además, la corrupción también es menor cuando tales decisiones se basan en méritos y criterios profesionales claramente establecidos. Además, si la titularidad de la organización se define con base en criterios de mérito, la corrupción disminuye aún más. 

Por otro lado, hay evidencias de que las agencias públicas que brindan servicios a las empresas y no a los hogares son más propensas a la corrupción; y la corrupción es más probable si el servicio proporcionado por la agencia no tiene un sustituto fácilmente disponible en el mercado o en otro lugar. 

Es decir, para fomentar la integridad pública conviene concentrarnos de entrada en profesionalizar, estandarizar y transparentar los procesos de toma de decisiones dentro de las organizaciones públicas que ofrecen servicios a las empresas privadas. Identificar cuáles son esas organizaciones es relativamente sencillo; modificar sus procedimientos tal vez no lo sea tanto, pero es posible. Tal vez por ahí podríamos empezar a hacer propuestas. 

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Twitter: @albayardo 

jl/I