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La identidad jalisciense 200 años después

El Estado Libre y Soberano de Jalisco cumple 200 años de existencia. Hace dos siglos, quienes consumaron la prosperidad de la Nueva Galicia tomaron la decisión de transformar aquel antiguo y fecundo reino en un estado independiente. 

Pero pareciera que 200 años después, lo que realmente tenemos es una especie de cascarón social cuyo contenido es una conciencia histórica deformada. Lo jalisciense se redujo al tequila, el mariachi y las tortas ahogadas, no ya la identidad propia con sus valores, sus principios, su originalidad expresada en todas sus actitudes, con la conciencia del propio ser. 

Para el cronista de Guadalajara Armando González Escoto, “es el ser humano quien asume la conducción de su destino, realiza su proyecto comunitario, contrata a sus gobernantes, les pide cuentas, les exige resultados, les impide vender la soberanía estatal por curules federales, a la vez que actúa corresponsablemente tanto hacia el propio estado, como hacia los demás estados de la Federación”. 

El asunto de la identidad no es cuestión del pasado, todos los avances en la psicología individual y social siguen apuntalando su importancia, dando valor permanente al viejo axioma latino de “se actúa de acuerdo con lo que se es”. 

En el presente se da la ausencia de una conciencia regional de numerosos municipios, y mientras la conciencia duerme, Jalisco y su gente se convierten en la gran maquiladora, en el supermercado regional, que ponen la música, la comida y la bebida, pero ya no siempre las ideas, las iniciativas, el impulso político, empresarial, educativo y cultural. 

Insiste el historiador González Escoto en que “son evidentes los signos de nuestro debilitamiento en campos tan decisivos como la banca, la industria, los medios de comunicación, la participación política a nivel nacional, la producción de la cultura, y la misma religiosidad, aun empeñada en promover el nacionalismo centralista”. 

Y señala que es obligado hacernos la pregunta si nuestro Estado Libre y Soberano ha venido a ser o una colonia más del Distrito Federal o la maquiladora número dos del país o un barrio de la aldea global y no el espacio que produce ideas y proyectos. 

En Jalisco la democracia comunitaria, participativa, sigue siendo una meta lejana y el sistema político en el estado, al igual que en el resto del país, sigue siendo no una solución, sino un grave problema cada vez más enconado y con mayores costos para toda la nación. 

Hoy tenemos un conjunto de realidades que ponen en entredicho la eficacia del gobierno en el cumplimiento de una de las principales razones que explican su existencia, asegurar la vida y los bienes de las personas, dar garantías a las empresas y mantener un ambiente sano en la sociedad. 

El protagonismo que debe resurgir en nuestro estado, sólo puede lograrlo una comunidad que de nuevo conquiste el primer sitio en el combate por crear sociedades maduras, identificadas con su ser y su quehacer, ése ha sido el protagonismo histórico de Jalisco y la clave de su futuro, de su permanencia como cultura regional que vale la pena salvaguardar. 

El cronista narra que el 13 de junio de 1821 el ejército insurgente proclama a la Virgen de Zapopan Generala de Armas de la Nueva Galicia, pues la independencia de esta región del occidente de México se anunció al mismo tiempo que la Virgen entraba a la ciudad de Guadalajara. Los insurgentes aprovecharon la procesión para hacer la proclama libertaria y sin luchas ni enfrentamientos finales se logró la independencia. 

Nuestros antepasados supieron enfrentar situaciones muy difíciles con ánimo y esperanza en el futuro. Ellos hicieron la Nueva Galicia para transformarla después en el estado de Jalisco. 

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