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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
No sé exactamente cuándo empezó en Guadalajara la infame costumbre de cometer actos de vandalismo la noche de Halloween, pero tiene ya una década que los camioneros empezaron a protestar de manera organizada por los ataques que sufren esa noche cada año.
La noche del 31 de octubre se ha convertido en un verdadero terror, ya no sólo para los conductores de transporte público, sino para la ciudadanía en general, y este año las corporaciones policiales no sólo desplegaron el operativo preventivo, sino que desde semanas antes habían estado pidiendo públicamente evitar ese tipo de expresiones.
Ese tipo de vandalismo en la ciudad en estas fechas es una costumbre adoptada que sería materia de un interesante estudio para las ciencias sociales. La tradición de la llamada Devil’s Night o Noche del Diablo tiene distintos nombres en comunidades de lengua inglesa, donde se realiza desde hace casi dos siglos y medio. Aparentemente fue durante el siglo pasado que esa noche se asoció al Halloween o Noche de Brujas, de la que ha habido una gradual asimilación en México como la víspera de las tradiciones de Día de Muertos.
En Internet hay narraciones muy dispares acerca de la experiencia de esa fecha en los Estados Unidos y en el Reino Unido. En muchas regiones ha ido desapareciendo, por una parte, por un cambio cultural orientado hacia el respeto, pero también por el temor a que los niños se expongan a depredadores sexuales o al miedo fundado de que el propietario de algún inmueble defienda su propiedad legítimamente de manera violenta. Hay narraciones en ambos países de gente que en más de tres décadas nunca ha presenciado esa tradición, mientras que otras mencionan haberla sufrido de manera aterradora con lesiones y repercusiones en su forma de vida, pero también quienes consienten formas más respetuosas del conocido “dulce o travesura”.
El común denominador de quienes sí lo han padecido atribuye ese tipo de actos a personas marginadas y con poca educación, pues se refieren a ellos con los despectivos chavs y punks, equivalentes más o menos a naco y malviviente.
En el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), la policía ha puesto especial énfasis en colonias de la periferia donde en años anteriores se han cometido reiteradamente ataques con huevos y piedras contra camiones, principalmente, pero también en contra de otros vehículos y bromas pesadas contra gente común en la calle. No es que la poca educación o la situación de marginación de las personas en esas comunidades sea la razón de que el vandalismo se cometa ahí. En todo caso, son una expresión de inconformidad, de insatisfacción, de hartazgo en un contexto de impunidad, todo lo cual facilita que una persona elija cometer un acto transgresor.
En el caso de Guadalajara, las expresiones se han centrado en ataques a camiones, quizás por la percepción acerca del sistema de transporte público como una deficiencia en las responsabilidades de las autoridades de garantizar una movilidad digna. Es una falla del sistema, una falla del Estado que se vive de manera concreta y cotidiana y que la vuelve susceptible de ataques por parte de quienes la padecen más. En otros lugares del mundo no suele haber ese tipo de actos contra el transporte público, sino en contra de la propiedad privada, lo cual es indicativo de otro tipo de contexto.
Se requeriría un análisis más profundo y metódico de las causas de fondo del vandalismo de Halloween para combatirlas adecuadamente, más allá de la mera reacción policial, pero concebirlo como una expresión antisistémica es un primer punto de partida para reflexionar.
Twitter: @levario_j
jl/I