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Vengándose en los impuestos
Y el sarampión avanza
El gobierno de López Obrador se caracteriza por su ceguera y testarudez. Todo señalamiento respecto a los programas o políticas públicas de su gobierno son ignorados. Si alguien señala un fallo, un desvío o una deficiencia, de inmediato es “enemigo del gobierno” o “conservador”.
Tenemos un gobierno ciego, sordo y testarudo. Y persiste en sus errores, incrementando el costo social y económico para el país.
Ese es el gobierno de AMLO. El presidente desde un inicio marcó sus prioridades y dejó en claro que nada lo desviaría de esa ruta. Vino la pandemia y la peor crisis económica en la historia del país, y el gobierno ni siquiera se inmutó: no hubo ningún ajuste o corrección; al contrario, seguimos igual.
Es por eso en 2020 no hubo ningún tipo de programa de rescate que aminorara los efectos de la pandemia en los sectores productivos. Nada. De haberlo tenido, seguramente los efectos en empleo y crecimiento no hubieran sido tan malos, pero también hubiera significado el retraso o recorte a los programas consentidos del presidente.
Y eso jamás.
Así fue que, en medio de la peor crisis sanitaria y económica, el gobierno siguió adelante con su mismo plan: construir una refinería, un tren maya y un aeropuerto.
A nivel sectorial, la realidad depende del lugar y del sector en concreto. Pero en conjunto, la economía no camina. Y las obras faraónicas de López Obrador son tan pequeñas y de tan poco efecto de arrastre para el resto de la economía que no logran dinamizar al país.
Durante este año y el próximo veremos al presidente impulsando a marchas forzadas la inauguración parcial de estas obras, pero no servirán para nada. No servirán para que la economía crezca, porque México ha entrado en una fase de estancamiento de la que no saldrá. Los programas de reparto de dinero seguirán, pero el nivel de actividad económica no se recuperará.
El dinero regalado sirve para mantener ciertos niveles de consumo, pero no sirve para generar crecimiento.
La confianza de la inversión está rota desde octubre de 2018 y hoy, el nivel de inversión se encuentra entre 18 por ciento más bajo de lo que fue cuando López Obrador tomó el poder. Y el gobierno con sus tres proyectitos resulta insuficiente para sacar a la economía adelante.
En el tercer trimestre de 2021 la economía se contrajo 0.4 por ciento. Si la economía se quedara en ceros para el cuarto trimestre, la economía mexicana habría crecido 5.2 por ciento en todo 2021. Muy lejos del 6.3 que pronosticaban las autoridades. Y para 2022 quedará mucho más lejos: Hacienda supone que México creerá 4.1 por ciento, cuando apenas si llegaremos a 1 por ciento.
Un desastre. Sin duda, la peor primera mitad para un sexenio desde Lázaro Cárdenas. Pero en el gobierno no hay nadie que escuche y preste atención. El presidente se rodea sólo de incondicionales, aplaudidores y nadie se anima a contradecirlo o manejarle escenarios distintos. Simplemente repiten y repiten la fantasía de que “vamos bien”, lo que es mentira.
El gobierno sordo, ciego y testarudo insiste en seguir por la ruta de su fracaso económico.
*Economista, profesor en la Universidad Panamericana en Guadalajara
Twitter: @Israel_Macias
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