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AMLO perdió su sexenio

El presidente más popular que haya tenido México desde Lázaro Cárdenas echó a perder su sexenio desde antes de que empezara. Ocurrió justo después de su elección y antes de que tomara posesión en diciembre de 2018. Fue cuando decidió escuchar a algunos de sus colaboradores que le sugerían cancelar la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. 

Esa cancelación les enseñaría a las élites que el nuevo presidente estaba dispuesto a todo y que realmente había llegado un “cambio de régimen”. El presidente no sería un administrador más, sino un “transformador”. 

López Obrador escuchó esos argumentos y los creyó. Ordenó la cancelación y decidió tirar a la basura entre 100 y 300 mil millones de pesos que se habían invertido en el mismo, depende de a quién le pregunte usted: si es al presidente, 100 mil; si es a la Contraloría, 300 mil. 

El caso es que solo bajo el argumento de que “había corrupción” no se inmutó en echar a la basura al proyecto de infraestructura más importante que se construía en toda América Latina, que convertiría a la Ciudad de México en un nodo de interconexión para toda la región y que podría competir con Atlanta o Houston. 

A partir de entonces López Obrador selló la suerte de su sexenio. Los grandes grupos de inversionistas, nacionales y extranjeros, tomaron nota y entendieron que este sexenio estaba perdido. Desde entonces la inversión privada empezó su camino hacia abajo. Y no ha dejado de caer. 

Ese es el sello de López Obrador: un presidente que se le metía una idea en la cabeza, sus colaboradores le daban vuelo, le minimizaban las consecuencias y le maximizaban los beneficios y listo. A destruir, cerrar o cancelar se ha dicho. Así destruyó el sistema de distribución de medicamentos y provocó la crisis de desabasto. 

¿Las razones para quien preguntara de cualquier destrucción o cancelación? Fácil. Había corrupción y como “nosotros somos honestos”, la solución es destruir. 

Lo que el presidente López Obrador ha revelado es que nunca tuvo un verdadero plan de gobierno en la cabeza. Nunca tuvo ideas organizadas respecto a lo que sería en la realidad su gobierno. Lleno de prejuicios, su acción de gobierno se dedicó a destruir y desarticular partes importantes de la administración pública. 

Y así se la ha llevado. 

Una economía sin inversión desde 2019, con una pandemia en 2020 y una insuficiente recuperación en 2021, la economía mexicana ha entrado nuevamente en una fase de recesión. El crecimiento desde julio de 2021 es negativo. La fuerza de la recuperación económica se ha agotado. 

El presidente insistirá que es culpa del Covid, pero ya con la economía abierta, si la economía no crece, ya no se debe al virus, sino al mal gobierno. 

Un presidente que pudo haber sido el mejor de los últimos tiempos, al tener un apoyo popular como pocas veces visto, terminó convertido en un presidente empobrecedor. Un presidente que terminará su gobierno con una economía justo del mismo tamaño que la que recibió en 2018 y con un ingreso por persona mucho más bajo. 

Algo que no pasaba desde el gobierno de Miguel de la Madrid. Una tristeza. 

*Economista, profesor en la Universidad Panamericana en Guadalajara

Twitter: @Israel_Macias

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