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La participación ciudadana en elecciones: Francia y Colombia

Durante los procesos electorales, la atención se concentra fundamentalmente en el esquema que presentan los partidos para proponer ofertas que atraigan a los electores. En la ecuación, si bien tiene un papel importante el comportamiento de los electores, la observación se inclina más bien sobre la estructura institucional de partidos que sobre los ciudadanos votantes. Así, la masa de electores ha tenido, por lo menos en los últimos 30 años, participaciones muy irregulares los días de votación que, desde diferentes ópticas, tienen por lo menos un elemento que explica la actitud de los votantes: el distanciamiento generado por la elitización de los partidos políticos respecto de los votantes, con lo que las bases electorales juegan un papel decisivo en la dirección y estructuración de las ofertas políticas de los partidos, aunque no necesariamente del ciudadano común. 

Otro elemento que entra en juego en la ecuación proselitista es el carisma de los candidatos, que representa un papel decisivo, en algunas ocasiones incluso más que el propio partido con lo que, con el alejamiento de la dimensión cotidiana que tienen las ofertas con el votante, cuando los mensajes de los candidatos logran captar su atención sobre circunstancias que afectan el orden de sus vidas cotidianas, generan inclinaciones favorables, no entusiastas, pero sí las necesarias para obtener los triunfos electorales. 

Dos procesos electorales de contenidos diferentes han tenido lugar en el ámbito internacional. Por una parte, las elecciones legislativas en Francia, que tenían en juego el liderazgo del recién electo presidente, por segunda ocasión, Emmanuel Macron, y, por otra parte, las elecciones presidenciales en Colombia, con Gustavo Petro. Los dos procesos tienen elementos interesantes para revisar; por una parte, una tasa de abstencionismo de 53.7 por ciento en Francia y de 41.9 en Colombia. Si bien se trata de dos procesos en los que no está en juego el mismo nivel de representación, el alejamiento de las urnas de los ciudadanos plantea nuevos retos en la estructuración de la oferta, por una parte y, sin duda, en la forma de comunicarla, serán los nuevos retos del proselitismo político. 

Del esquema de oferta de los partidos políticos en las elecciones pasadas se desprenden algunas líneas que provocaron interés por temas como la desigualdad social y el estancamiento económico. En los enfoques desarrollados para abordar estos asuntos se pudieron observar abordajes como: reformas estructurales buscando una importante cuota de proyectos sociales, económicos y de cuidado medioambiental. En el caso de Colombia, además, se profundizó con el desarrollo de líneas de participación feminista y ambientalista, e interés por integrar dentro de sus líneas de política los temas de género, raza y clima. 

Quizá una de las líneas que puede observarse en los dos procesos es la presencia, cada vez más central, de los temas ambientalistas que marcan, de forma progresiva, un papel importante en la expresión de la planeación del diseño institucional de las políticas nacionales. 

En Francia, después de un quinquenio presidencial sin contrapesos en el Poder Legislativo, comenzará una nueva fase de cohabitación, fundamentalmente con dos fuerzas importantes en ese país, la colación de izquierdas representadas por Jean-Luc Mélenchon y, paradójicamente, la ultraderecha de la familia Le Pen. 

En Colombia, el reto tiene proporciones importantes, sin embargo, la forma de desarrollo de un esquema incluyente y, sobre todo, sensible a la expresión ciudadana de descontento con el establishment partidista, Gustavo Petro y Francia Márquez enfrentan un desafío de grandes proporciones, pero con un interés ciudadano ávido por conocer los programas que materialicen las prometidas líneas de desarrollo y equidad social, y que no caigan en una vuelta más a la rutina vestida solamente de un discurso innovador. 

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