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Cúpulas, partidos y ciudadanos

Las fortalezas de los partidos políticos, incluyéndolos a todos, se ven muy mermadas en estos días, a diferencia de las estructuras cupulares de los mismos, que mantienen una actividad intensa en la defensa de las posiciones que cada partido tiene en la estructura de representación política. De esta forma, el desvanecimiento de un proyecto de alianza electoral entre tres fuerzas, como lo son el PRI, el PAN y el PRD, que vivieron momentos importantes como contrapeso para las fuerzas hegemónicas, Morena y los satélites, tuvieron un desajuste importante del que no se sabe si vaya a haber una recuperación y se constituyan, verdaderamente, en una posición de peso en los próximos comicios de 2023 y, particularmente, de 2024.

El proceso de fractura entre los partidos de Va por México pone de manifiesto uno de los problemas que vienen arrastrando las representaciones políticas de nuestro país y del mundo en relación con el distanciamiento, en primer lugar, de los partidos con sus bases y, seguidamente, de los partidos con las ciudadanías.

Los partidos políticos han dejado de lado la función de representación esencial que marcó, en algunos momentos, adhesiones ciudadanas importantes. Por otro lado, en los tiempos del relativo partido único, en nuestro país, las escasas opciones de seguimiento de líneas de expresión y participación política generaron las condiciones de surgimiento de guerrillas, de los años 60 a los 80 y, a partir de la reconfiguración de reconocimiento de partidos y de participación ciudadana, desde los años 70 y hasta el surgimiento del IFE en los 90, el trabajo de mediación de los partidos para la participación ciudadana tuvo momentos importantes de contacto entre los partidos y electores.

El fortalecimiento de las representaciones se dejó sentir en las Cámaras, independientemente de los cambios en los poderes ejecutivos de los estados y del país mismo. Justamente, ese empoderamiento y el desarrollo de un entramado técnico en el esquema de representación, provocó cambios en las dinámicas de los partidos que se especializaron técnicamente en la confrontación entre ellos, en las estructuras de representación sin enlaces importantes con la ciudadanía, debido, en ese periodo histórico, al arranque de la confrontación entre partidos que antes escasamente existía.

El distanciamiento de los partidos es, como ya lo señalaba, uno de los problemas efectivos de esta parte del milenio en el mundo. Una especialización importante en el esquema de representación que genera una distancia, paradójicamente, con la dimensión del objeto de representación, que es ciudadana, para transformarlo en una dimensión técnica de operación del partido. De esta forma y, con las transformaciones demográficas, culturales, educativas, económicas e, incluso, políticas, los esquemas han cambiado.

De todo este proceso, la ciudadanía, frente a un fenómeno que no la incluye, marca una distancia respecto de los partidos y se generan nuevos espacios, no de participación política sino de opinión pública, que han transformado el panorama de la discusión de los asuntos públicos.

Será una apuesta saber si los partidos políticos tienen la capacidad de incorporar las nuevas dinámicas de expresión social y trabajar dentro de la perspectiva de origen, es decir, de la representación ciudadana porque, los electores comienzan a observar, de forma progresiva, nuevos liderazgos que se pueden insertar en la nueva conformación política que, parece, no está en el interés de los partidos, pero sí de los ciudadanos.

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