INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Expresiones y marchas que no construyen paz

Lo que suscita un horizonte de paz, lo que sirve a un lenguaje de paz, debe expresarse en gestos de paz. La confrontación entre el Grupo Universidad y el grupo del gobierno estatal no la aprobamos ni la merecemos los ciudadanos de Jalisco.

Pareciera que lo que realmente buscan es ensanchar la confrontación, no resolverla. Las descalificaciones mutuas han profundizado la polarización. Estos dos grupos nos muestran a los ciudadanos que los políticos son artistas de la confrontación, no del diálogo.

El problema de fondo es que muchos estudiantes y funcionarios de gobierno, con estos ejemplos, están aprendiendo que el pleito es la manera de solucionar las diferencias. El potencial de estas acciones para una no cultura de la paz es evidente.

La sociedad no se merece esas formas de agresión, ese espectáculo que contradice los principios universitarios de “Piensa y trabaja”, y las actitudes de los funcionarios del gobierno, que contradicen el trabajo que realiza el Instituto de Justicia Alternativa, en la formación de agentes de paz en los municipios de Jalisco.

Es urgente despresurizar el clima de intolerancia y agresividad que sofoca nuestra vida social y que alimenta la desconfianza social y el oportunismo de los grupos de presión y de interés en nuestro estado.

Hablar un lenguaje de paz es expresar para unir. Pero cuando es prisionero de esquemas prefabricados, arrastra a su vez al corazón hacia el conflicto.

Hay que actuar e impedir las trampas del lenguaje, ofendiéndonos y descalificándonos. La ironía y el sarcasmo, acerba la dureza en los juicios, en la crítica de los demás, la reivindicación sistemática invade las comunicaciones en los medios y en las redes sociales, y como dice el papa Francisco, ahogan tanto la caridad social cuanto a la misma justicia.

A fuerza de expresarlo todo en términos de relaciones de fuerza, de lucha de grupos y de clases, de amigos y de enemigos, se ha creado el terreno al menosprecio del que piensa diferente.

Sin ignorar el drama de las violencias, llenemos nuestras miradas y las de las jóvenes generaciones con objetivos de paz: son éstos los que ejercerán una atracción decisiva. Estas energías nuevas harán inventar un nuevo lenguaje de paz y nuevos gestos de paz.

Un ejercicio político conquistado por el valor superior de la paz puede brotar el deseo de escuchar y de comprender, el respeto al otro. Se debe encontrar un lenguaje nuevo, un lenguaje de paz: éste abre por sí mismo un nuevo espacio a la paz.

Si nos preguntamos: ¿cuál es la esperanza que nos sostiene en medio de las desesperanzas de hoy? ¿Qué horizonte enfoca la educación para la paz en Jalisco?

En este tiempo de incertidumbre que estamos viviendo debemos como ciudadanos construir paz, y rejuvenecernos en la esperanza. Porque nuestra esperanza se fundamenta en sabernos personas que se ayudan, se encuentran y caminan juntas.

El Instituto de Justicia alternativa nos sensibiliza en la necesidad de crear condiciones para recuperar la paz. Una de las formas más efectivas de lograrlo es generar capacidades locales y descentralizadas, es decir, “multiplicar el número de personas que sean agentes de paz en todas las comunidades”.

Como expresaría Gandhi: “No hay caminos para la paz, la paz es el camino”. Por lo tanto, educar para la paz desde los actos de gobierno es una invitación a ver la realidad con los ojos abiertos, sin dejarnos alterar por lo que vemos, a no ser indiferentes. Se trata de una mirada que no nos altera, porque nos sitúa en el otro, una mirada solidaria que nos debería llevar a compartir la crisis que hoy tenemos en Jalisco, crisis que compartimos con la mayoría de mexicanos.

[email protected]

jl/I