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Teuchitlán, Teocaltiche, vinculados

Luego del descubrimiento de numerosas evidencias sobre cómo era utilizado el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán, empezaron con más fuerza amenazas directas e iniciaron los crímenes de mujeres buscadoras en Jalisco. Suman dos las victimadas en menos de un mes. Es algo que no había ocurrido en Jalisco. A una le cortaron la vida en Guadalajara y a otra en Tlajomulco, con su hijo. Los asesinos usaron armas de fuego y ninguno ha sido detenido. Se trató de muertes planeadas en una rápida sucesión que deja poco lugar a dudas de que se trató de acciones coordinadas contra dos colectivos que han destacado por sus actividades en pro de los desaparecidos y que, urgentemente, requieren protección. A una de las líderes le han advertido que deje de buscar o que la asesinarán.

En una línea del tiempo del caso Teuchitlán y los crímenes se advierte que están vinculados y que, por la forma de operar de los grupos delictivos, pueden ligarse también con los asesinatos cometidos en Teocaltiche. No es asunto de distancias; más bien, de espacios de redes de poder que tienen o han tenido especial relevancia para las estrategias delictivas en la Zona Metropolitana de Guadalajara y las regiones Valles y Altos de Jalisco.

Como hipótesis, la violencia criminal se acendró contra quienes hacen todo lo posible por encontrar a sus familiares desaparecidos, y contra quienes se oponen a que el municipio alteño continúe como enclave desde el que coordinan acciones en la región, en Jalisco y estados circunvecinos. Las muertes podrían considerarse, en este escenario, como una advertencia a las autoridades y/o un castigo para que las familias dejen su activismo, lo cual seguramente no ocurrirá. Las desgracias han vuelto resilientes a miles de familias y madres buscadoras.

Es necesario mirar todo el panorama, no considerar los acontecimientos como si fueran aislados en sí mismos. El grupo delictivo opera con una lógica que rebasa las fronteras estatales, de ahí que sus decisiones deban analizarse desde una visión de conjunto. Lo que sucede en un municipio obedece no solo a una situación reducida o específica, sino que es parte de la estrategia que mueve piezas del ajedrez criminal. Lo que sucede en un lado, en determinado contexto, y una serie de decisiones, trasciende lo estrictamente local.

El crimen organizado tiene experiencia acumulada en décadas, que le ha permitido mantenerse en el mercado y, sobre todo, expandirse y fortalecerse. Se le dejó crecer tanto que, conforme pasa más tiempo, la dificultad para enfrentarlo es más compleja. Ha construido una subcultura que idolatra victimarios y justifica su actuación. Las redes sociales que durante décadas han construido en colonias, comunidades y regiones les han servido de camuflaje, protección y amortiguamiento.

Las estrategias de las autoridades tienen que revisarse, pulirse y reenfocarse. Pero primero será necesario que, sin pretender justificarse, reconozcan que los criminales van pasos adelante, y lo que hasta ahora ha hecho el Estado mexicano tiende más a lo reactivo. Propina golpes aquí y allá, lo cual es cierto, pero se enfrenta a una medusa a la que salen más brazos cuando le cortan uno. En el marco amplio de recuperar la paz, el modelo de seguridad requiere ajustes.

X: @SergioRenedDios

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