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Ser o parecer un Jalisco seguro

La forma más efectiva de trabajar en la percepción de seguridad es convirtiendo a Jalisco en un lugar seguro. Podría parecer obvio, pero a los últimos gobiernos no les quedó tan claro y parece que al actual tampoco.

Al hablar sobre las camionetas Tesla Cybertruck que fueron adquiridas por su gobierno para la Secretaría de Seguridad Pública, el gobernador Pablo Lemus dijo que “necesitamos también trabajar mucho en la percepción de la seguridad”.

La percepción de seguridad es “la sensación que tiene la población de ser víctima de algún hecho delictivo o evento que pueda atentar contra su seguridad, integridad física o moral, vulnere sus derechos y la conlleve al peligro, daño o riesgo”, según se explica en documentos del Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco (IIEGJ) en los que se informa sobre este rubro en la entidad.

La percepción de seguridad es medida principalmente por algunas encuestas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), cuyos datos sobre el estado en particular luego son analizados por el IIEGJ, además del trabajo que anualmente hace también para medir la percepción, incluso con algunos datos cualitativos, el observatorio ciudadano Jalisco Cómo Vamos.

Los resultados regularmente molestan a las autoridades, porque debido a la cifra oculta, es decir, los delitos que no se denuncian, normalmente la percepción de inseguridad es superior a la incidencia delictiva.

Pero parece que esa no es la percepción de seguridad a la que se refiere el gobernador Pablo Lemus. Lo que ha movido recientemente a las autoridades es la preocupación por la imagen que tiene Jalisco fuera de nuestro territorio y, en particular, fuera del país.

En los últimos meses Jalisco se volvió noticia internacional por el hallazgo del Rancho Izaguirre, en el municipio de Teuchitlán. Esto, sin contar que el cártel que ha sido clasificado como el más poderoso actualmente en el mundo, nació y tiene su sede principal en el estado: el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).

Jalisco será sede de cuatro partidos en el mundial de futbol del próximo año y seguramente para las autoridades es importante que parezca que éste es un estado seguro, aunque la realidad sea otra.

Resolver con la frivolidad de la imagen un problema tan complejo como el de la seguridad no es un asunto menor. En la administración anterior, que encabezó el gobernador Enrique Alfaro Ramírez, se apostó por el arrendamiento y compra de vehículos blindados para funcionarios de los primeros niveles, que además tenían a un número importante de escoltas a su servicio.

La consecuencia de esa medida fue un grupo de políticos metidos en burbujas, que nunca se dieron cuenta o no quisieron darse cuenta de la grave crisis de violencia e inseguridad a la que se enfrenta el común de los jaliscienses.

Además, también ha quedado demostrado que comprar patrullas, crear dependencias y hacer reformas sin una revisión integral nunca ha sido la solución. Porque de manera paralela no se mejoran las condiciones laborales de quienes realmente hacen frente a la violencia y la inseguridad, ni se cubren las necesidades de contrataciones para aminorar la excesiva carga de trabajo.

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jl/I