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Lemus y la obligada agenda de violencia

Estamos a unos días de que el gobierno de Pablo Lemus Navarro llegue al primer semestre y todavía no queda claro cuál es la marca que pretende dar a Jalisco. Hasta ahora, el mandatario ha tenido que agarrar por los cuernos al violento estado que recibió y, a pesar de que ha intentado dar algunas pinceladas de los grandes proyectos a los que apuesta, la agenda de la seguridad lo ha opacado.

El gobernador emecista tuvo que brincarse ese primer plazo que a los políticos les encanta destacar de sus gestiones: los primeros cien días. Ese plazo lo utilizan para hablar de lo que han hecho, como una estructura sobre la que se basará su gobierno, aunque no sea gran cosa. Para Lemus, ese día era el 15 de marzo.

No sabemos si el gobernador tenía planeado alguno de esos actos con pasarela que han marcado a los políticos de su partido, porque si así era, no pudo llevarlo a cabo, ya que simplemente no habría sido prudente. Dos semanas antes el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco había descubierto decenas de pares de zapatos y de prendas de vestir en el Rancho Izaguirre, en Teuchitlán. Si tenía preparada la fiesta, seguramente tuvo que cancelarla.

¿Qué se puede presumir cuando la violencia marca la agenda? A diferencia de su antecesor, Enrique Alfaro Ramírez, el gobernador Pablo Lemus decidió admitir que Jalisco tiene graves problemas de inseguridad, que hay algunos territorios en los que la intervención solo puede ser integral y que hay una crisis forense y de desapariciones. Pablo Lemus se ha reunido con colectivos, ha hablado de pacificar municipios en la zona de los Altos, ha aceptado la intervención de la Federación para que lo ayuden y ha omitido las clásicas declaraciones para revictimizar a quienes desaparecen o son asesinados, pero no ha conseguido que eso sea suficiente.

Primero, porque las condiciones en que recibió el estado eran críticas; segundo, porque es muy poco tiempo para resolver una crisis tan grave y, sobre todo, porque en su administración hay funcionarios que repiten prácticas que en el gobierno anterior llevaron a los problemas actuales: indolencia, negación de la realidad, omisiones graves, corrupción y esa sospechosa forma de dejar actuar a los delincuentes volteando hacia otro lado.

Jalisco se ha mantenido en las noticias nacionales e internacionales en los últimos dos meses, pero solo por los hechos violentos, en particular el Rancho Izaguirre y recientemente por el asesinato de Valeria Márquez, cuyo impacto mediático ha rebasado a otros hechos violentos ocurridos en el estado.

A todo esto se suma que Pablo Lemus no puede señalar la responsabilidad que el ex gobernador Enrique Alfaro Ramírez tiene en el estado violento que le dejó. Hasta ahora, ha guardado silencio al respecto.

El problema es que no sólo tiene que hacer frente a la violencia y la inseguridad que recibió, sino a otras crisis como la falta de agua, las deficiencias en el transporte público y los graves problemas de movilidad en el área metropolitana, la mala calidad del aire y los problemas financieros.

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jl/I