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México, un caso extremo

Ante el discurso de la baja de homicidios dolosos a los que hizo referencia en su Informe de Gobierno el presidente de la República, reportados con los datos provenientes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, esta disminución representa 2.4 por ciento respecto al mismo periodo en 2022 y 13.8 por ciento menos si se compara con los primeros seis meses de 2019.

Sin embargo, ante esta “buena noticia” nos encontramos con diversos estudios e índices que ponen a México como uno de los países más conflictivos no solo en Latinoamérica, sino a nivel internacional. Ejemplo de esto es el reciente estudio elaborado por la organización Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED), que sostiene que México es el país más peligroso para los civiles, ya que registra más de 5 mil incidentes de violencia dirigidos directamente contra civiles en todo el país en los últimos 12 meses.

La información cubre el periodo de julio de 2022 a julio de 2023 y está conformada por 139 mil sucesos de violencia política, con una estimación conservadora de más de 147 mil víctimas mortales. El estudio señala que, durante este periodo, “Ucrania fue el más mortífero; Myanmar, el de mayor fragmentación entre grupos armados; México, el más peligroso para civiles, y Palestina, el de mayor dispersión geográfica”.

De la lista de los 50 países y territorios que experimentan los niveles de conflicto más extremos, elevados o turbulentos, y que en conjunto suman 97 por ciento de todos los incidentes registrados durante el periodo de estudio, México aparece en el tercer peldaño, detrás de Myanmar y Siria, que ocupan las dos peores posiciones.

Otro ejemplo del contraste de las buenas noticias en materia de seguridad de los que presume el gobierno federal es el índice de la paz global que ordena a los países en un ranking según la ausencia de violencia en un país. Para su elaboración tiene en cuenta datos de criminalidad, además de las posibilidades de sufrir un atentado en este país, o el número de conflictos armados presentes.

En este índice, México no ocupa buena posición: la 137 de 163, por lo que se consideraría un país peligroso. Para que sirva de referencia, España está en el puesto 29 y la primera posición de “país más pacífico del mundo” la ocupa Islandia.

Un ejemplo más es el informe anual de Reporteros Sin Fronteras. México se mantuvo en 2022, por cuarto año consecutivo, como el país más peligroso para los profesionales de la información, al sumar 11 periodistas asesinados, tres más que en Ucrania.

Y ni que decir de que México ocupa la séptima posición de feminicidios, según el último informe del Observatorio de Igualdad de Género de América Latina, que analizó 18 países de esta región.

Como en ningún otro sexenio, las personas desaparecen en México. Las cifras oficiales indican que, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador, hasta el 25 de agosto han desaparecido 44 mil 73 personas, lo que representa 40 por ciento de las 111 mil víctimas reconocidas.

México es uno de los principales países de tránsito y producción de drogas ilícitas, lo que genera violencia y corrupción en diferentes niveles de gobierno y socava los esfuerzos por combatir la inseguridad. Además, la delincuencia organizada se ha diversificado en actividades como la extorsión, la privación ilegal de la libertad y el robo de combustible. La violencia y la criminalidad limitan la libertad de movimiento, afectan el desarrollo económico y merman la confianza de la ciudadanía en las instituciones y en el Estado de derecho.

Ante este panorama desafiante es necesario tomar medidas urgentes y efectivas para abordar la inseguridad en México. Esto requiere un enfoque integral que aborde las causas subyacentes del problema y promueva una estrategia basada en evidencias y en el fortalecimiento de las instituciones de seguridad y justicia.

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*Doctora en Derecho

jl/I