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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
Siendo un adolescente aún, así como muchos de mis amigos y compañeros, soñaba con el momento de ser mayor de edad para poder tener la “libertad” de hacer lo que quisiera. Creíamos que sólo con la edad sería posible ir y venir a donde quisiéramos, entrar a bares y cabarets a beber unas copas, llegar a casa a altas horas de la madrugada, en fin, hacer lo que nos viniera en gana.
Craso error. Todas esas certezas de adolescentes se vinieron abajo cuando alcanzamos los 18 años. Nos encontramos que para realizar nuestros sueños de “libertad” teníamos que ser, en primer lugar, autosuficientes, es decir, tener un empleo para ganar el dinero necesario y, después, encontrar los mecanismos para combinar los horarios de trabajo con nuestras intenciones de viajes y diversión.
En todos los casos recibimos un ultimátum de nuestros padres: si quieres seguir en la casa tendrás que cumplir las reglas, nos dijeron. Y entre los ordenamientos de la casa estaban el horario tope para llegar y las condiciones aceptables en que había que hacerlo, o sea, nada de altas horas de la madrugada ni estados de ebriedad, sino más bien de sobriedad.
Así es que encontramos que para ser libres tendríamos que someternos al trabajo y las reglas de casa, para luego, llegado el momento, independizarnos y vivir por nuestra cuenta, estableciendo nuestras propias reglas.
Refiero todo esto para establecer que la “libertad” no es más que una condición ilusoria que tiene un costo que debe asumirse. Sólo cuando entendemos esto y aceptamos pagar ese el precio es cuando podemos comenzar a decidir por nosotros mismos lo que queremos hacer, así como cuándo y cómo queremos hacerlo. Para tener “libertad” no debemos depender de terceros más que en la medida de nuestro propio esfuerzo, es decir, para obtener una retribución que nos permita vivir con bienestar para nosotros y nuestras familias.
Hoy en día se habla mucho de mantener o perder nuestras libertades. Se ha puesto sobre la mesa que hay dos proyectos de país: uno nos ofrece mantener e incrementar los cambios emprendidos en los últimos años, que nos han llevado a perder, poco a poco, instituciones que nos garantizaban servicios y principios que resguardaban muchas de las libertades que se obtuvieron con el esfuerzo y sacrificio de varias generaciones de mexicanos a lo largo de décadas. Cambios que conducen a una dictadura de la que dependerá lo que podemos o no hacer y tener, que nos hará depender de los caprichos del gobernante en turno y no del poco o mucho esfuerzo que realicemos.
El segundo, nos promete restaurar lo perdido, restablecer las instituciones deshechas, mejorar las leyes y fortalecer el sistema de seguridad pública, reponer y mejorar los servicios y las políticas públicas de salud para todos, regresar a los programas de educación pública eficientes y obligatorios para todos que den acceso a nuestros hijos a mejores oportunidades.
En nuestras manos estará decidir qué queremos para nuestros hijos y llevar a la realidad alguno de estos proyectos. Revisemos las ofertas y elijamos con conciencia.
Este 2 de junio salgamos todos a votar.
Así sea.
X: @benortegaruiz
jl/I