INICIO > ZMG
A-  | A  | A+

Agua y cambio climático, riesgos para el aguacate

CONTAMINACIÓN. Por el cambio climático, se espera que en las huertas aguacateras se dé un incremento sustancial en el uso de pesticidas. (Fotos: Agustín del Castillo)

El monocultivo del aguacate demanda 350 por ciento más agua que un bosque templado natural, lo que explica la fuerte escasez que ha cundido entre los poblados anexos a la zona de expansión aguacatera, pero si se suman otros impactos ambientales asociados, en conjunto la problemática puede ser tan severa como los cambios de uso de suelo.

El agravante es que la presión sobre el agua se desata tanto en las huertas que han cumplido la ley al contar con una autorización de cambio de uso de suelo o que se instalaron sobre viejos terrenos agrícolas, como las que se establecieron de forma ilegal: es mucho más generalizado.

Se trata de información documentada sobre todo a raíz del enorme proceso de cambios que vivió la meseta purépecha en la primera década de este siglo. El Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarios (Inifap) publicó un estudio denominado Impactos ambientales y socioeconómicos del cambio de uso del suelo forestal a huertos de aguacate en Michoacán.

El documento detalla que no están “internalizados” los costos ambientales de las aguacateras, lo que incluye poner en la cuenta cambiar un bosque diverso biológicamente por un monocultivo, la alta presión por el agua, la contaminación por agroquímicos, el cambio en el patrón local de lluvias y los efectos de las huertas para los procesos evolutivos de la flora y fauna silvestres.

LAS DIFERENCIAS

Los expertos señalan que en un bosque de pinos, “en todas sus etapas de desarrollo, incluso en las etapas más tempranas, los árboles pueden sobrevivir sin necesidad de riego, sobre todo si cuentan con la protección de árboles padre (...) las principales diferencias en la morfología, fisiología y metabolismo de las especies forestales y del aguacate, que inciden en la demanda de agua, son las siguientes: el aguacate tiene un sistema de raíces superficial con más de 90 por ciento de sus raíces en los primeros 70 centímetros (cm) de profundidad del suelo, mientras que el sistema radical de las coníferas (pinos) es de tipo pivotante con hasta 10 metros de exploración hacia el suelo”.

Además, “las hojas del aguacate son coriáceas y recubiertas con una cutícula que limita la pérdida del agua, pero poseen mayores tasas de transpiración que las coníferas, cuyas hojas aciculares le permiten sobrevivir con menores tasas de transpiración y completar sus funciones fisiológicas. El dosel del aguacate tiene una mayor exposición al Sol, por lo que las pérdidas de agua son mayores que en las coníferas, con valores de evapotranspiración potencial de mil 100 milímetros (mm) en aguacate, contra 700 mm en las coníferas, es decir, 36 por ciento menos en éstas.  El metabolismo del aguacate está diseñado para producir frutos con grasas y proteínas, con alta extracción de nutrientes y agua, con valores de 6 kilogramos (kg) de potasio y 750 kg de agua por tonelada de fruto, mientras que los frutos de las coníferas se componen principalmente de proteína, con menos de 200 kg de agua por tonelada de fruto”.

De este modo, “las diferencias en el consumo de agua de aguacate y de coníferas pueden llegar a ser de hasta 36 por ciento en árboles adultos”, pero además, “el aguacate puede requerir de hasta mil 100 litros de agua por árbol por mes, mientras que las coníferas normalmente no requieren aplicación de agua, ya que son autosuficientes por su extraordinario sistema radical”.

Además, la contaminación de agua es frecuente en el aguacate “debido al mal manejo del cultivo principalmente con agroquímicos; en bosque este efecto es nulo”. Otro aspecto de diferencia a favor de los bosques es la captura carbono. Un huerto de manzanos captura 66 toneladas de carbono por hectárea (ha); uno de limones, 92 toneladas por ha; son de 37 a 55 toneladas por ha de aguacate, pero 222 toneladas en el caso de un bosque de Pinus douglasiana.

EL CLIMA ACTUAL

Las desventajas ambientales van ligadas a la alta fragilidad de una plantación aguacatera ante eventos climáticos extremos asociados al calentamiento global. “Desafortunadamente, el escenario sin un acompañamiento en la búsqueda de opciones, indica que las medidas de mitigación que tomen los productores de aguacate para mantener o incrementar sus rendimientos, tendrá un fuerte impacto sobre los bosques”.

En el documento se expone que las huertas deberán migrar a climas más templados o fríos; y como el cambio climático “favorecería la actividad de plagas y microorganismos fitopatógenos, se esperaría un incremento sustancial en el uso de pesticidas, aumentando con ello la contaminación ambiental y probablemente la resistencia a los pesticidas”.

También está el tema del agua: “Dada la creciente escasez de este recurso, es poco probable que las plantaciones de aguacate” puedan afrontarla. En corto plazo, “un incremento de carbono en la atmósfera incidirá en incrementos de producción de aguacate debido a una mayor eficiencia del proceso fotosintético; sin embargo, es condición para obtener este incremento, que se apliquen mayores cantidades de agua y nutrientes a los árboles”.

Añade: “Existe una clara coincidencia de los requerimientos óptimos de altitud, temperatura y clima de la producción de aguacate con el potencial ecológico de las especies forestales; estos ambientes, cuyo rango altitudinal óptimo varía de mil 600 a 2 mil 200 metros, implican el reemplazo de siete especies de Pinus por una sola especie: Persea americana”.

 

DATO

  • El estudio del Instituto de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarios expone las diferencias entre lo que requieren las plantaciones de aguacate y los bosques: “El aguacate puede requerir de hasta mil 100 litros de agua por árbol por mes, mientras que las coníferas normalmente no requieren aplicación de agua”

JJ/I