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Joker

Joker, el trabajo de Todd Phillips, es una metáfora sobre el punto de quiebre social. Básicamente, la cinta es una advertencia hacia las consecuencias de mantener un sistema económico polarizado, con inequidad social y con una sistemática negación de oportunidades a los desfavorecidos.

Phillips resignificó la figura del enemigo de Batman para transformarlo en una figura que representa el hartazgo social. El director lleva de la mano al espectador para asistir al brutal derrumbamiento emocional y psicológico del personaje de Arthur Fleck (Joaquin Phoenix), un hombre que ha intentado ser bueno, salir adelante y cumplir sus sueños, pero el sistema lo lanza, primero a la pobreza, después a la exclusión, luego a la enfermedad mental y finalmente al vacío. Ahí se convierte el Joker. Sin tener ya nada que perder, emprende una venganza contra quien encarna el mal absoluto: Thomas Wayne, un empresario rico, político populista, mentiroso y que utiliza el poder para borrar a Fleck de su pasado. Wayne representa a esa nueva clase de político que crea legiones fervorosas dispuestas a adorar a la idea de poder que solventará sus carencias morales y se convertirá en la máscara de su racismo, su discriminación y bienestar sostenido con alfileres.

El personaje creado magistralmente por Joaquin Phoenix es el sueño americano roto. La frustración de no poder acceder a la calidad de vida que llega producto del esfuerzo, representado por una imagen poderosa: Fleck sube un largo tramo de escaleras, cansado, derrotado, deshecho y no le sirve de nada. Más de la mitad de la cinta es el edificio emocional de Fleck viniéndose abajo y siendo derruido hasta los cimientos, al grado de acabar con la vida de su madre. Cada vez más excluido (lo botan del sistema de asistencia social), más humillado (es la burla de un conductor de televisión) y más fuera del sistema (desconoce su origen y su vida está rodeada de mentiras), el protagonista se rompe y se vuelve loco.

Todd Phillips incluye una poderosa crítica a los medios de comunicación por ser cómplices de la exclusión social, provocarla, burlarse de ella y favorecer el status quo.

Joker entrega una visión apocalíptica de las consecuencias del sistema económico y político actual, su violencia es equivalente a la que se ejerce desde arriba hacia abajo. No es una apología, es una respuesta que ya se ve en Hong Kong. Si el protagonista es un sociópata es por un sistema enfermo de enfermedades infecciosas como el odio y la violencia. Quien vea lo contrario está en la clase privilegiada que se horroriza ante la basura que acumuló bajo la alfombra y empieza a salirse de control y se ha convertido en enfermedad social. La película es enorme.

@tuamigoFranco

 

JJ/I