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Elecciones sin reflexión

En cada Legislatura se repite el reparto de nombramientos de cargos entre cuotas y cuates, pese a todos sus intentos por negarlo. A pesar también de que los actuales diputados locales lo nieguen, se puede afirmar que la mayoría otorgó su voto sin reflexión. 

Un año y 10 meses tardaron los legisladores en empezar a llenar las sillas vacías que tenía el Supremo Tribunal de Justicia del Estado, porque intencionalmente dejaron juntar un buen paquete de nombramientos pendientes para poder tener una baraja tan amplia que a todos los partidos políticos beneficiara, y así inicialmente lo pactaron, pero al final sacaron de la jugada al Partido Revolucionario Institucional (PRI) y Movimiento Regeneración Nacional (Morena) se salió solo. 

La elección se dio este 15 de diciembre, y pese a que la convocatoria para elegir a magistrados estuvo varias semanas en discusión, la mayoría de los legisladores de todos los partidos políticos eligieron a nueve magistrados sin reflexión. 

Sólo los que estuvieron moviendo los hilos de las votaciones conocieron a los candidatos, pero el resto sólo esperó a que su coordinador parlamentario les pasara la lista de por quién debían emitir su voto, y lo peor es que pasó lo mismo con quienes sólo se dirigen a sí mismos, porque son únicamente un integrante de su partido político. Éstos últimos, el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México, no marcaron la diferencia, salvo el del Partido de la Revolución Democrática, que llevaba las riendas de la elección. 

Como prueba de fuego sólo hay que preguntarles a los diputados por qué votaron por esos nombres y ni siquiera sabrán dar una razón, porque no hubo discusiones al interior de las bancadas ni se barajaron nombres; sólo se repartieron los elegidos en una lista. 

En lo que sí estaban atentos los legisladores era en presentarse a la hora de la sesión para votar por la lista que les pasaron; simplemente esperaron a conocer cuáles eran los acuerdos cupulares para respaldarlos con sus votos. 

Cada vez es más burda la forma en que se opera la votación y que queda en evidencia en el transcurso de la jornada en que se emiten los sufragios. Los nombres que se estuvieron cantando desde las entrevistas de los aspirantes llegaron sin reparo y lo único que debieron hacer fue pasar los exámenes de conocimiento del Ceneval, y de control de confianza, para poder tener garantizado su puesto, y así ocurrió; nadie se los quitó. 

Los nombres de los favoritos se confirmaron; quizás lo único que cambió fue que lograron elegir al uno y dos de las listas de elegibles de cada categoría, pero también hubo seleccionados entre quienes estaban en los lugares más bajos de la lista de elegibles, y sólo fueron nombrados en las redes sociales sin poder presumir el lugar que ocupaban. 

Al final, la falta de votos para una magistrada evidenció que una de las cuotas se rompió al final, y que no lograron componerlo hasta la tarde que volvieron a citar; y que incluso la magistrada electa estaba tan nerviosa porque creyó que no lo había logrado. Llegó sin estar en la lista final. 

Sólo hay que preguntar a algunos legisladores por los nombres que votaron y a ver si se acuerdan quiénes son o en dónde trabajan. Ni quisieron conocerlos en las entrevistas que se hicieron. Las cuotas siempre existirán, y los cuates también. Los amigos del gobernador y los cuñados de otros. 

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jl/I