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Gramsci y la 4T

Antonio Gramsci, uno de los pensadores marxistas más influyentes del siglo 20, desarrolló una visión profunda sobre la relación entre cultura, ideología y poder. En sus delirantes ‘Cuadernos de la cárcel’ sostuvo que la dominación en las sociedades modernas no se basa solo en la coerción económica o la fuerza estatal, sino en la hegemonía cultural: el control de ideas, valores y significados que las personas asumen como naturales o de “sentido común”.

Gramsci, periodista e intelectual perseguido durante el fascismo de Mussolini, entendía que las clases dominantes mantienen su poder no solo mediante la coerción, es decir, mediante leyes, el ejército o la policía. No, el poder se mantiene a través del consenso. Este consenso se construye en el terreno de la cultura, ganando debates y discursos en escuelas, iglesias, medios de comunicación, literatura, arte e incluso en los contextos familiares.

Recientemente, durante una conferencia de prensa en Palacio Nacional, se anunció el programa 25 para el 25 del Fondo de Cultura Económica (FCE), dirigido por Paco Ignacio Taibo II. Esta iniciativa distribuirá gratuitamente más de 2 millones de libros en 14 países de América Latina, buscando acercar a los jóvenes a una literatura de pensamiento crítico y compromiso social, representativa de la tradición latinoamericana de izquierda. La presidenta, al ser cuestionada, dijo que era el momento de distribuir literatura con un discurso que haga contraste con la hegemónica literatura que privilegia el modelo liberal.

Entre los autores seleccionados se encuentran Gabriel García Márquez, Carlos Montemayor, Nona Fernández, Raúl Zurita y Mario Benedetti, cuyas obras abordan temas como la memoria histórica, la desigualdad y la resistencia política. En esa misma rueda de prensa, Paco Ignacio Taibo fue señalado por ejercer violencia de género por su discurso misógino.

Pero volviendo a Gramsci: además de esta campaña del FCE, en las últimas semanas hemos visto el lanzamiento de dos productos culturales que contribuyen a “normalizar” el discurso de la 4T. El primero es un documental sobre el primer año de gobierno de la presidenta. El segundo, y más reciente, es el libro ‘Diario de una transición histórica’, el primero de Claudia Sheinbaum como presidenta, que en sus primeras 22 páginas hace referencia textual a Andrés Manuel López Obrador en 29 ocasiones.

Andrés Manuel López Obrador, fundador y líder moral de la 4T y ahora ex presidente mexicano, comprendió esto a la perfección. No en vano escribió 20 libros durante su trayectoria política antes de su retirada. Cada texto era una versión de sí mismo sobre temas coyunturales, había una normalización del discurso, una escritura para su legión de seguidores. Con libros, documentales, las “mañaneras” y otros artefactos culturales, poco a poco se fue generando la idea de la necesaria “revolución de las conciencias”.

Esta cultura emancipadora marxista hace un fuerte llamado a la instrucción y a la movilización. Como dijo Gramsci a principios del siglo 20, cuando había que actuar para evitar el fascismo: “Instrúyanse, porque necesitaremos de toda vuestra inteligencia; agítense, porque necesitaremos de todo vuestro entusiasmo; organícense, porque necesitaremos de toda vuestra fuerza”.

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