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El crimen organizado, dueño de Pemex

Lo que hoy enfrentamos es una “red del crimen organizado” que se tejió dentro de Pemex. En esa red participan directivos, contratistas, líderes e integrantes del sindicato petrolero, ordeñadores de ductos, lavadores de dinero, policías y militares, dueños de gasolineras, agentes aduanales, políticos poderosos, empresarios, alcaldes, personajes de partidos políticos, cárteles delictivos, contralores y numerosos eslabones de una cadena criminal. Pemex es su botín. Lo han saqueado durante décadas, en especial desde el sexenio de Vicente Fox, pasando por el de Felipe Calderón. Con Enrique Peña Nieto, además de fracasar su reforma energética, desnacionalizó Pemex y solapó el multimillonario robo que se disparó en su sexenio.

Quien conoce las tripas de esa red, que durante más de 15 años ha investigado, denunciado y documentado, es la periodista Ana Lilia Pérez, que en 2012 huyó del país tras ser amenazada de muerte y hostigada por funcionarios. Como parte de sus indagaciones escribió tres libros: Camisas azules, manos negras. El saqueo de Pemex desde Los Pinos, publicado en 2010; El cartel negro. Cómo el crimen organizado se ha apoderado de Pemex, que salió a la luz en 2011; y Pemex RIP. Vida y asesinato de la principal empresa mexicana, a la venta desde 2017. Con la crisis en la distribución de combustibles en parte de los estados, la han entrevistado medios informativos, y buscado sus publicaciones, para más allá de filias y fobias comprender lo que está sucediendo, sus orígenes, consecuencias y a qué se enfrentan el gobierno federal y, en sí, los mexicanos.

Las ordeñas de combustibles desde los ductos de Pemex no son tomas clandestinas. Es falso. No son secretas u ocultas. El término no es el más adecuado, pues disfraza una práctica diaria, abierta, pública, dirigida en su mayoría por personal de Pemex, desde las oficinas de su torre central en la Ciudad de México, y operada en los municipios que atraviesan los ductos, como revela Ana Lilia Pérez. Todos lo sabían. Muchos se beneficiaban, como los choferes de pipas, uno de los empleos más cotizados en Pemex. Recordemos que su líder sindical, el priísta Carlos Romero Deschamps, tiene el puesto de chofer de pipa.

La periodista señala que la expoliación comenzó como robo hormiga y poco a poco se extendió bajo tres modalidades: una, vía tomas ilegales de los ductos, realizada sobre todo por especialistas de Pemex, y en menor medida por huachicoleros que la hacen en caliente, sin cuidado, y de ahí los accidentes; una segunda opera en las terminales de almacenamiento de Pemex, con doble facturación, facturas falsas o clonadas, o sin facturas, de tal manera que el chofer de la pipa ingresa por el combustible, pero por cada factura legal salen cargamentos con una o dos ilegales; y la tercera modalidad se consuma en el mar, donde participan desde barcos pesqueros hasta buques tanque que sustraen combustible de las terminales de Pemex, con el apoyo de los propios empleados. La revista Newsweek en español publicó en noviembre de 2017 un reportaje de Ana Lilia Pérez que tituló en la portada “Saqueo en el golfo. ¿Quién desvalija helipuertos y plataformas estratégicas de Pemex? El hurto de bienes de la nación estaba a la vista del que lo quisiera ver”.

El huachicoleo representa un robo menor a Pemex. El más significativo lo cometen delincuentes de cuello blanco de la compañía petrolera y de otras empresas. Un ejemplo es Oceanografía, que se convirtió en un emporio luego de que con distintas prácticas recibió pequeños contratos que simulaban trabajos en la sonda de Campeche. En el negocio participan gasolineras que funcionan con combustible robado. Empresarios, en vez de comprar a Pemex, lo hacían a transportistas y ordeñadores de ductos. Ayer el SAT informó que ha detectado irregularidades por 3 mil 217 millones de pesos relacionadas con gasolineras. El mercado negro de combustibles opera desde hace muchos años. Nadie lo quería ver y menos poner orden.

Demandemos abasto oportuno y suficiente de gasolina, y apoyemos el combate frontal a quienes saquean Pemex y al país, y con ello a nuestros bolsillos.

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JJ/I