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Teuchitlán: horror e impunidad

Teuchitlán es un municipio con escasa población, que de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Inegi, tenía ese año cerca de 10 mil habitantes. La cabecera municipal es un pequeño pueblo típico de Jalisco, que adquirió mayor relevancia tras abrirse al público su fascinante sitio arqueológico de pirámides circulares conocidas como Guachimontones, declarado en 2004 por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad con el azulado-verdoso del paisaje agavero y antiguas instalaciones tequileras.

El municipio cuenta con otros sitios atractivos para los paseantes, como son haciendas transformadas en agradables sitios de hospedaje, pequeños museos, lugares con albercas y un río que pasa a un costado de la cabecera y desemboca en la Presa de la Vega, que tiene sabrosa oferta gastronómica. De ahí que los fines de semana acudan miles de turistas nacionales e internacionales, dada también su cercanía con el Área Metropolitana de Guadalajara. En automóvil se llega en poco más de una hora de viaje. De tradición cultural milenaria, el nombre Teuchitlán tiene varias traducciones; una, que es un lugar donde se hace reverencia a Dios.

Pueblos con esas enormes riquezas históricas, paisajísticas, turísticas y culturales que representan lo que es Jalisco pierden su paz social y padecen la inseguridad. Son comunidades convertidas en lugares peligrosos cuando grupos delictivos se incrustan para realizar sus operaciones ilegales, cometer masacres, corromper autoridades, tejer redes sociales de apoyo, distribuir drogas, ejercer un gobierno paralelo, desaparecer gente, torturar y eliminar adversarios, arrojar cuerpos a fosas clandestinas, atacar policías y militares, ocupar fincas para habilitarlas como sitios de seguridad y exterminio, reclutar y adiestrar sicarios, y en sí desafiar al Estado mexicano. Son organizaciones ilegales que pudren en muchos sentidos esos municipios.

Teuchitlán no figuraba entre los municipios con más incidencia delictiva de Jalisco, no tenía fosas clandestinas, reportaba menos personas desaparecidas. Fue invadido por el hampa porque no estaba “quemado”, no era escenario de enfrentamientos entre bandas rivales, generaba menor violencia en comparación a otros como Teocaltiche, Encarnación de Díaz o Lagos de Moreno.

Sin embargo, como reveló el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, desde hace más de tres años el grupo criminal operó en Teuchitlán centros de tortura, exterminio, reclutamiento y adiestramiento de jóvenes con falsas promesas. Son devastadoras las imágenes de calzado y pertenencias desperdigadas. Jalisco sufre crisis humanitaria.

En las sombras y, seguramente, la protección o disimulo de autoridades, el grupo criminal desplazó y albergó cientos de personas en dos ranchos para someterlas y ponerlas a su servicio. Hacerlo requirió de capacidad logística para lo mismo transportar armas que alimentos. Una parte de quienes estuvieron ahí concentrados no solo eran de Jalisco, sino también de entidades como Zacatecas y Guanajuato. Eran centros con alcances regionales en el país.

Hubo graves omisiones. El fiscal general de la República, Alejando Gertz Manero, puntualizó ayer que no es creíble que autoridades municipales y estatales no supieran lo que ocurría en Teuchitlán, en el Rancho Izaguirre, descubierto en septiembre de 2024 en el poblado La Estanzuela. Teuchitlán es espejo de otros municipios de Jalisco.

El sábado 15 de marzo, a las 17 horas, colectivos convocan a encender velas afuera de palacio de gobierno y en el Zócalo de la Ciudad de México.

X: @SergioRenedDios

jl/I