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Un México violento
Porque nos la quitaron
En algunos circuitos de la alta literatura se cuestiona a los lectores que disfrutan de las novelas de Haruki Murakami, el escritor japonés más leído del mundo hasta la fecha y que tiene en su haber más de 14 libros traducidos a varios idiomas. En enero de este año cumplió 70 años de edad mientras que al mismo tiempo, su más reciente libro traducido al español llegaba a las librerías de la ciudad.
No hay misterio: la intriga, el suspenso, a su manera el romance, de sus novelas han encantado a los lectores . En México, por ejemplo, varios de sus libros traducidos sobre todo por Tusquets al español, en las tiendas siempre toman los primeros puestos de compra.
Aún hay quien suspira y recomienda libros como Sputnik, mi amor, Crónica del Pájaro que da cuerda al mundo y otras historias que han formado parte del imaginario colectivo de la literatura contemporánea y que incluso autores mexicanos han comentado, como Guadalupe Nettel, que basó su cuento Bonsái, que forma parte de un compendio editado por Anagrama, en el libro de Murakami que “cambió mi manera de ver la literatura fantástica”.
Como muchos saben, Murakami comenzó a escribir después de una epifanía que tuvo viendo a un jugador de béisbol estadounidense en el campo, mientras bateaba, algo terminó para que él, a pesar de su determinación de no decepcionar a sus padres que querían para él un futuro en las finanzas –aunque ambos enseñaban literatura japonesa–, se fue a casa y comenzó a trabajar en Escucha la canción del viento, la escribió en sus tiempos libres de atender el bar de jazz. Era 1979, se publicó por primera vez en julio. Es decir, que además este año cumple 40 años de dedicarse a la literatura.
Coleccionista de discos de jazz de segunda mano, corredor, nadador, sus libros son odiados y amados en cantidades proporcionales, algunos lo alaban por la profundidad de la vida cotidiana y las muchas metáforas que describen su propio mundo real, otros lo aborrecen por ser comercial, como si vender muchos libros y ser aceptado por las masas fuera sinónimo de mala literatura.
Alguna vez en una entrevista que ofreció a The Guardian se describió a sí mismo como la oveja negra de la literatura japonesa, porque la crítica advertía que sus libros se parecían a los estadounidenses. Y es verdad, él mismo ha admitido su admiración absoluta tanto a Scott Fitzgerald como a Ray Bradbury; por ejemplo, de algunos incluso fue traductor.
Aunque sus libros son diferentes, en lugar de personajes masculinos violentos y borrachos y mujeres enloquecidas y de sensualidad exuberante, los de Murakami se insertan en la cotidianidad, son ordenados y cocinan pastas, son sus pensamientos, las atmósferas en las que se inserta la ficción y sobre todo sus fobias las que llevan la carga inquietante.
A principios de este año, la última parte de su más reciente libro, La muerte del comendador llegó a México con grande expectativa. Para muchos esta no es la mejor de sus obras, en ese lugar se siguen mencionando Kafka en la orilla y la también dividida en dos partes 1Q84.
Este libro fue lanzado primero en Japón durante 2017, en su país con tan sólo una semana vendió más de un millón de ejemplares. Se ha traducido al catalán, al holandés y al inglés. Ese mismo año su traducción en chino fue calificada por el Tribunal de Artículos Obscenos en Hong Kong como una novela indecente por lo que su venta estará prohibida a menores de edad y fue retirada de la feria del libro china más importante. Esta censura lleva en la justificación las palabras “violencia, depravación y repulsividad”.
La obra habla del amor, la soledad y el arte y hace representaciones de muchas otras ideas a través de la imagen posible de la ópera Don Giovanni de Mozart, que aparece constantemente a través de los dos tomos.
Uno de los elementos más importantes en esta obra y que ya se ha abordado en otros tomos, aunque no de manera tan directa, tiene que ver con la inspiración, el arte y las ideas. En la novela las ideas son personajes en sí mismos que, transparentes, no todos pueden ver, pero se perciben eternos habitantes de nuestra dimensión, capaces de salvarnos y capaces del disenso.
El personaje principal, un desilusionado pintor de retratos, que ha abandonado los impulsos creativos –y libres– de la juventud para ganarse un salario y mantener la vida en pareja acomodada, decide abandonar su vida como la conoce a causa de su separación. Intrigado por las razones de su mujer a dejarlo y confundido también ante el futuro se va a vivir al campo a una casa que en su tiempo perteneció a un pintor japonés tradicional y con algo de fama. En esta nueva vida el personaje no sólo reflexiona sobre el papel del artista para comprender el mundo en el que vive, y el mundo posible, sino sobre las ideas que trascienden el tiempo, y el espíritu inmortal tanto de la belleza como de la más profunda tristeza y la rabia.
Luego todo se tergiversa, cuando un extraño vecino, de una clase alta y con el cabello completamente blanco le pide que le haga un retrato con un extraño interés secreto que hundirá al personaje principal en una vorágine de acontecimientos que cambiarán su forma de percibirse a sí mismo y a sus temores.
Otros personajes están involucrados en la trama, pero sobre todo la continua reflexión sobre las ideas, los deseos y los miedos que yacen casi siempre en cómo nos contamos nuestra vida a través de la memoria de los sucesos que nos marcan durante la niñez y la adolescencia y que superarlos muchas veces tiene que ver con insertarse dentro de ellos otra vez pero como adultos.
El libro fue además especialmente esperado porque fue el regreso del escritor a la literatura después de cinco años de vacío, por lo que se especula que muchas de las reflexiones en torno a las ideas y al creador frente a su contexto, que recuerdan libros fundamentales de la teoría de arte, sobre todo del contemporáneo por la representación pero dentro de una trama específica, sean además reflexiones en torno a su propia práctica artística en la escritura.
“Por lo general no escribo novelas estrictamente realistas, pero para leer prefiero obras o escritores de ese estilo; me divierte bucear en los detalles de las frases de esos autores. No obstante, a la hora de narrar casi nunca recurro al estilo realista; lo que escribo en mis frases no refleja, la mayoría de las veces, un género realista”, ha dicho en entrevistas.
“Si tomamos La muerte del comendador, se parece a lo que sucede cuando el pintor protagonista persigue la abstracción en su pintura, y sin embargo, no deja de practicar con bosquejos figurativos”.
EL NOBEL
Al japonés se le conoce como el eterno nominado del Premio Nobel de Literatura, pues ha sido parte de los candidatos, pero no lo han nombrado jamás. El año que más cerca estuvo Haruki Murakami de obtenerlo según encuestas a nivel internacional, fue 2012. Al ser uno de los novelistas modernos más prominentes del momento a muchos les suena raro que no haya sido nombrado, otros atinan a señalar que son conflictos políticos los que no se lo han permitido.
Lo cierto es que para él, según ha declarado, los premios no importan. Importa escribir y seguir escribiendo, dice.
Una curiosidad: La muerte del comendador estuvo nominada a los premios que hace la revista inglesa Literary Review a la peor escena de sexo en la literatura por un hecho en particular en que el protagonista eyacula cantidades imposibles de semen mientras su pareja duerme sin hacer apenas ruidos. Finalmente Murakami perdió ante Katerina, la novela más reciente del autor estadounidense James Frey.
LOS ELEMENTOS
Recientemente salió a la luz un filme inspirado en un cuento de Murakami. Se titula Burning, es dirigido por Lee Chang-Dong y se estará proyectando en diferentes salas del país. Cuenta la historia de Jongsu, un joven mensajero que se encuentra por casualidad con Haemi, una amiga de la infancia. La chica le pide cuidar de su gato mientras ella realiza un viaje a África. Semanas después, Haemi regresa acompañada por Ben, un enigmático chico de la alta sociedad que ha conocido durante el viaje que desata toda una aventura en donde Haemi resulta desaparecida.
La película será proyectada en la sala de cine del Instituto Cultural Cabañas del 1 al 5 de mayo. Alejandra Carrillo
Los dos libros de La muerte del comendador ya se encuentran en librerías de la ciudad. Son distribuidos por la editorial española Tusquets
JJ/I