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México estancado

El viernes pasado, el Inegi comunicó que, tras ajustar cifras por estacionalidad, México creció 0.0 por ciento durante el segundo trimestre de 2019. Esta tasa fue mucho menor a la anunciada de manera preliminar en el mes de abril (0.1 por ciento). Así, oficialmente, se confirmó que el país se encuentra en estancamiento económico.

El comunicado evidenció el error del Presidente López Obrador de desestimar las opiniones de los especialistas. Más aun, validó las razones que orillaron a renunciar a Carlos Urzúa de la SHCP. Parafraseando al exsecretario, el país resintió la imposición de funcionarios que no tienen conocimientos y la toma de decisiones de política pública sin el suficiente sustento.

Para los especialistas, el comunicado del Inegi fue la crónica de una muerte anunciada. Muchos de ellos esperaban un ajuste a la baja en el crecimiento tras haberse dado a conocer las cifras de la producción industrial de junio. Además, muchos habían considerado que la baja en la tasa de interés de referencia del BANXICO era un reconocimiento de los problemas del país.

En mi opinión, la política monetaria será necesaria para resolver el estancamiento del país. Ello porque las medidas encaminadas a bajar las tasas de interés promoverán la liquidez y las inversiones en la economía. Asimismo, porque dichas medidas son consistentes con una estrategia orientada a reducir las presiones inflacionarias.

En este escenario, sería conveniente coordinar la política monetaria con la cambiaria. Ello porque, sin duda, la conjunción de ambas políticas inducirá la necesidad de depreciar el tipo de cambio; pero también, inducirá incentivos para reducir las importaciones e incrementar las exportaciones, el empleo y la producción.

Las políticas monetaria y cambiaria son las principales herramientas para mejorar los indicadores económicos en el mediano plazo. En lo que concierne a la política fiscal, dudo mucho de su utilidad porque la misma no ha contribuido a generar certidumbre. Por estas razones, considero que las tasas de interés de referencia y el valor del peso disminuirán en el corto plazo.

En este contexto, sería un error muy grave proponer cambios en la normatividad del Banco de México o en los regímenes monetario y cambiario del país.  

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JJ/I