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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
A un costado de la catedral de Morelia, Michoacán, avenida de por medio, están colocadas las estatuas de un niño y una niña que toca una banca. Son pequeñas efigies de cobre que refulge. Ambos sonríen, tomados de la mano. El varón carga un maletín. Las instaló el ayuntamiento moreliano el 10 de junio de 2017 en conmemoración del 80 aniversario del arribo de los niños españoles, “víctimas de la Guerra Civil en su patria, durante la cual, nuestra ciudad dio muestra de humanismo y solidaridad internacional al brindarles un refugio de paz”, indica la placa.
Se trató de 456 niños y niñas, hijos de quienes combatían al dictador Franco. Con entre 3 y 14 años de edad, habían llegado a Veracruz en un barco de vapor el 7 de junio. Ya en Morelia, alojaron a los niños en el viejo Colegio Salesiano, después Escuela México-España, y a las niñas en el Colegio de Niñas María Auxiliadora. Lo que se consideraba era un exilio temporal se convirtió en permanente, para ellos y miles de españoles que fueron arribando después.
El gobierno del general Lázaro Cárdenas apoyó desde los primeros días de la Guerra Civil, en 1936, a los republicanos. “El gobierno de México está obligado moral y políticamente a dar su apoyo al gobierno republicano de España, constituido legalmente y presidido por el señor don Manuel Azaña… México proporciona elementos de guerra a un gobierno institucional con el que mantiene relaciones”, escribió el mandatario mexicano.
Cárdenas aclaró que “la traída de los niños españoles huérfanos” no fue iniciativa suya. “A orgullo lo tendría si hubiera partido del Ejecutivo esta idea”, asentó. “Fue un grupo de damas mexicanas que entiende cómo debe hacerse patria y que consideraron que el esfuerzo que debería hacer México para aliviar la situación de millares de huérfanos no debía detenerse ante las dificultades que se presentasen”, anotó el 1 de mayo de 1937, lo cual cito del libro Cárdenas por Cárdenas, escrito por Cuauhtémoc Cárdenas en 2016.
El gobierno federal “interpretando la trascendencia humanitaria de esta idea, la apoyó y alojó 500 niños que han venido a convivir con niños mexicanos, también huérfanos, en las escuelas internados que se instalaron en Morelia”, señaló el presidente. Y prosiguió: “México no pide nada por este acto: únicamente un precedente de lo que debe hacerse con los pueblos hermanos cuando atraviesan por situación difíciles como acontece hoy a España”.
Cuando estalló el conflicto español, los mexicanos se dividieron: a favor o en contra de los contendientes, como hoy por Bolivia. Algo parecido sucedió desde 1936: “La guerra que se libraba en España dividía a la sociedad, encendía los ánimos y abría heridas también en México. Unos saludaron con gozo y beneplácito el levantamiento, otros brindaban firme respaldo a la República. Quienes estaban con la legalidad querían la paz, salvar vidas, proteger la cultura. De ahí las iniciativas para llevar a México a los primeros exiliados: los niños de Morelia y el primer grupo de intelectuales que formaron la Casa de España”, escribe Cuauhtémoc Cárdenas.
Después fueron llegando de España más exiliados: intelectuales, científicos, abogados, arquitectos, empresarios, comerciantes... Luego exiliados antinazis. “Y México, nuestra patria, abrió sus fronteras para recibir a los perseguidos, hombres, mujeres y niños, no sólo por sentimiento, sino cumpliendo también con los principios, para nosotros siempre inviolables, del derecho de asilo”, señaló Lázaro Cárdenas en 1957 ante españoles republicanos.
¡Cómo la historia se repite de manera similar, en otro contexto, 82 años después! Defendamos ese derecho humano, reivindiquemos y apoyemos ese legado histórico, solidario y humanitario.
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jl/i